Homilía domingo 19 de agosto de 2018
Juan 6, 51-58
Queridos hermanos, hemos estado reflexionando sobre la importancia del pan, y Jesús hoy se nos muestra como ese Pan bajado del cielo.
Yo quisiera preguntarte: si hubiera un pan que te diera la inmortalidad ¿lo comerías? Pues bien, déjame decirte hoy, que ese Pan que da inmortalidad y vida eterna es Jesús.
Podemos ir viendo estos efectos importantísimos de comer el Cuerpo y beber la Sangre de Jesús, que nos dice: “yo soy el Pan bajado del cielo, el que come de este Pan tiene vida eterna”, por lo tanto tienes garantía de la inmortalidad, porque tienes al autor de la vida: a Dios, a Cristo que viene a dar vida. Es cierto que vamos a morir, pero también es cierto que vamos a resucitar, por eso Jesús dice: “el que coma de este Pan tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”.
El alimento –como te decía– nos da vida, pero también sentarnos a la mesa indica amistad, compartir la vida. Yo creo que todos hemos tenido la oportunidad de sentarnos a la mesa con la familia y compartir, pero sobre todo cuando hay fiesta, porque siempre hay música, hay banquete, hay alegría, hay gozo. Pues el reino de los cielos es un gran banquete, y la Eucaristía ya es un anticipo de esta felicidad del banquete celestial.
La Eucaristía es un banquete, por eso Jesús te invita a comer su Cuerpo, a beber su Sangre que te da vida eterna: “el que come mi Carne y bebe mi Sangre permanece en mí y yo en Él”; se establece una comunión, una amistad; por eso con mucho cariño las catequistas preparan a los niños y los animan a que sepan que el día de su Primera Comunión es su primer encuentro vivo con Cristo en la Eucaristía; y nunca hay que olvidar esto: es el tesoro más grande que Cristo nos dejó es la Eucaristía.
Entonces, el que come el Cuerpo de Cristo y bebe su Sangre tiene vida eterna; garantía de nuestra resurrección. Luego establece la Comunión, el encuentro vivo con nuestro Dios; pero también un encuentro con nuestros hermanos, por eso los domingos nos reunimos y nos encontramos. San Pablo decía: “todos somos uno porque todos comemos del mismo pan, todos somos uno porque todos bebemos de la Sangre de Jesús”. Cuando alguien no va a misa yo diría “de la que se pierde”, se pierde del banquete celestial, se pierde de recibir a Cristo que le da vida eterna.
Por eso yo te invito: acércate a Jesús y vive con gozo y alegría la Eucaristía, es el banquete que nos da vida eterna, es el encuentro fuerte y definitivo con Cristo y con nuestros hermanos; es un anticipo del cielo, porque en el cielo estaremos con el Señor y lo contemplaremos plenamente. Por eso hay que disfrutar este encuentro gozoso con Cristo que da vida eterna.
¿Te gustaría participar de este gran banquete? Yo te propongo, acércate todas las veces que puedas, pero especialmente el domingo, dile también: “Señor quiero comer tu Cuerpo y beber tu Sangre, para tener vida eterna”.
La bendición de Dios Omnipotente: Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. Amén.
+ Mons. Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de la Diócesis de Tepic