Homilía Vigilia Pascual – 03 de abril de 2021

¿Buscan a Jesús de Nazareth él que fue crucificado? No está aquí ha resucitado. Mc 16, 6.

Queridos hermanos: estamos de fiesta en todo el mundo, Cristo ha vuelto de las tinieblas de la muerte y ha resucitado, y nos hace también a nosotros participes de su Resurrección. Hoy nuestra celebración inicia con el fuego nuevo, el Cirio Pascual representa a Cristo, la luz que viene a disipar las tinieblas del mal y a iluminarnos; es signo de vida, de amor, de paz, de verdad, de justicia, de vida nueva para todos. El cirio también nos recuerda que Jesús es el Alfa y Omega, el principio y fin de la Historia, es el Señor de Señores y el Rey de reyes, que viene a guiarnos por el camino de la vida.

Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, por eso al principio vivían en armonía, pero al ser engañados por el demonio, desobedecieron a Dios, y entonces entró el pecado y la muerte, y fueron expulsados de paraíso; pero Cristo ha asumido nuestro pecado y nuestra muerte y con su sangre preciosa nos ha rescatado y devuelto la inmortalidad. Así, nuestro bautismo es muerte y resurrección, renacimiento a la vida nueva; hoy también renovamos con el agua de pascua este bautismo; esta es la medicina contra la muerte. Cristo es el árbol de la vida, por Él morimos al pecado, a la vida desordenada, a la avaricia, al afán de poder, de dominio, de violencia, de mentira y nos revestimos de Cristo para ser personas nuevas, con un nuevo corazón; y estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida porque amamos. El que ama se parece a Dios y hace siempre el bien.

Este día, la Palabra nos recuerda cómo el pueblo de Israel al pasar el mar Rojo, pasó de la esclavitud a la libertad; pues así nosotros, en el bautismo, hemos pasado de la muerte del pecado a la vida nueva con Cristo resucitado. Se cumple la promesa de Dios por medio del profeta Ezequiel: «yo los rociare con agua y quedarán limpios, infundiré en ustedes mi espíritu y les daré un corazón nuevo».

En el Evangelio, las mujeres tienen un lugar importantísimo, por eso siempre hay que valorar a las mujeres; ellas son las primeras en recibir la noticia de que Cristo está vivo y de anunciarla a los Apóstoles. El texto narra que un joven vestido de blanco pregunta a las mujeres: «¿Buscan a Jesús de Nazareth el que fue crucificado? No está aquí ha resucitado. Miren el sitio donde los habían puesto, Ahora vayan a decirle a sus discípulos y a pedro: El irá delante de ustedes a Galilea, allá lo verán como él les dijo». Con esta promesa, el Señor se apareció en distintos lugares, a sus discípulos durante 40 días, comió con ellos, lo pudieron ver y tocar, para que no hubiera duda de su resurrección. Con esto, Cristo no solo nos devuelve la inmortalidad, sino que al participarnos de su vida divina nos hace participes de su gloria y nos prepara una mansión eterna en el cielo, su casa.

Querido hermano y hermana, hoy te invito permitirle a Cristo iluminarte; vive tu bautismo, despójate del hombre viejo, egoísta, vanidoso, violento, mentiroso, y revístete de Cristo, sé un hombre nuevo y una mujer nueva, personas que reflejen la vida nueva de Cristo en la propia vida cotidiana, mediante una vida de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad, de unidad, de verdad.

Encuentra a Cristo vivo y resucitado presente en la Eucaristía; pan bajado del cielo que da vida eterna, garantía de resurrección, pero también encuentra a Cristo vivo en la lectura y meditación de la Sagrada Escritura y en cada ser humano, en tu esposo, esposa, en papá, mamá, hijo ó hija, en tu compañero de trabajo, en el pobre, en el enfermo, en el encarcelado; trátalos siempre con amor, con ternura, así como lo haría Cristo Resucitado.

+Luis Artemio Flores Calzada
VIII Obispo de Tepic.

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