Queridos hermanos, hoy Jesús nos habla de ese encuentro que tuvo con un ciego que está sentado en el camino, tratando de vivir de la ayuda de los demás pidiendo limosna; pero cuando sabe que Jesús va pasando, se reanima, se llena de esperanza y sabe que Él lo puede curar, y le empieza a gritar: “Jesús hijo de David, ten compasión de mí”, y en ese encuentro con Jesús, Él le hace una pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?” y le dice: “Señor, que vea”, e inmediatamente cuando Jesús le dijo “vete, tu fe te ha salvado”, el ciego recobró la vista y comenzó a seguirlo.
Aquí encontramos cómo Jesús ha venido a devolverle la vista a los ciegos, Él es la luz. Dios nos ha concedido ver, contemplar el sol, la creación, por este gran regalo de la vista démosle siempre gracias a Dios; pero también a veces podemos estar ciegos no físicamente, sino no descubrir a Dios en nuestros hermanos, sobre todo en los que sufren, en los que están a nuestro lado, son también el rostro de Jesús, ojalá cuando nos encontremos en nuestro camino a alguien que sufre, podamos también nosotros brindar consuelo, ánimo y también podamos decir como Jesús: “¿Qué puedo hacer por ti?”. Todos tenemos la oportunidad de hacer algo por nuestros hermanos, por alguien que sufre, por alguien que está ciego, por alguien que está necesitado de una luz, de algún consejo, que sufre, necesita consuelo, alguien que está desorientado necesita una palabra de ánimo, una luz donde lo hagamos descubrir el camino para ser feliz.
Pues bien, ojalá y este evangelio como a Jesús, nos haga tener esa actitud de servicio. Pero también cuando nosotros entremos en una situación dura, difícil por algún problema o enfermedad, acércate a Jesús, ten confianza y como el ciego de nacimiento dile: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí”; y el Señor te escuchará, el Señor estará ahí a tu lado para brindarte salud física o a veces salud espiritual. A veces estamos desalentados, desanimados por los problemas, por las enfermedades, acércate a Jesús, Él tiene poder de consolarte, de sanarte y una vez que tú estés sano sé agradecido como aquél ciego que empezó a seguir a Jesús, esto es, tomarlo como modelo, tomar las actitudes de Jesús, te invito pues, acércate a Jesús y síguelo.
La bendición de Dios Omnipotente: Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. Amén.
+ Mons. Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de la Diócesis de Tepic
XXX Domingo Ordinario
Jeremías 31, 7-9: “Vienen a mí llorando, pero yo los consolaré y los guiaré”.
Salmo 125: “Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor”.
Hebreos 5, 1-6: “Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec”.
San Marcos 10, 46-52: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”.