Homilía Domingo 31 de diciembre de 2017
Lucas 2, 22-38
Queridos hermanos, la Iglesia nos va a presentar una gran fiesta, la fiesta de la Sagrada Familia. José, María y el niño Jesús, modelo de todas las familias. Veamos cómo el Evangelio nos narra algo interesante: María y José van a cumplir con una ley que estaba establecida. En el Éxodo 13,1-13, se indica que el primer hijo pertenece a Dios y hay que consagrárselo. Pero también en el libro del Levítico 12,1-8, nos indica que la mamá después de haber dado a luz, tenía que purificar su sangre cuarenta días después del parto, a los ocho días se le ponía el nombre al niño y los otros 33 días para poder presentarse al Templo. Pues van José y María a cumplir con esta ley; y cuando llegan ante el anciano Simeón, a quien Dios le había prometido que no moriría sin haber visto al Salvador, se maravilla, y tomó al niño y dijo: “Ahora Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, porque mis ojos han visto al Salvador, luz que alumbra las naciones, gloria de tu pueblo”.
Sí, ese niño que acaba de nacer es la luz que viene a quitar de nuestro mundo toda tiniebla, la tiniebla es todo lo negativo: violencia, violaciones, abusos, injusticias. Viene a llenar nuestro corazón de luz. Pero también le anuncia a María: “Este niño va a ser signo de contradicción, unos lo van a aceptar, otros lo van a rechazar”. Y sí, hasta la fecha hermanos, la doctrina de Jesús es aceptada por muchos y rechazada por otros, pero los que aceptan a Jesús tienen el gozo de ser hijos de Dios, ojalá y tú aceptes su luz, y aceptes ser hijo de Dios, y no te quedes en las tinieblas.
A María le dice: “Una espada te atravesará el corazón” y anuncia cómo ella va a sufrir por ser la madre del Salvador; ya veremos después ese sufrimiento desde que Herodes quiere matarlo, cuando lo pierde, sobre todo en los sufrimientos padecidos en la pasión.
Hoy la Iglesia nos presenta a esta familia —la Sagrada Familia—, modelo de todas las familias. En la familia de Nazaret lo más importante es el amor; ojalá que no falte en tu familia el amor, que no falte el trabajo; en la familia de Nazaret hay trabajo, se ganan el pan cada día, pero sobre todo también hay oración.
La familia es la institución más importante que se inicia con la unión del hombre y de la mujer para la procreación y educación de los hijos, ama a tu familia y dale gracias a Dios por tu familia.
La bendición de Dios Omnipotente: Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. Amén.
+ Mons. Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de la Diócesis de Tepic