Marcos 1, 29-39
El Señor siempre nos trae grandes enseñanzas. Yo quisiera preguntarte: ¿Alguna vez has tenido en tu casa, en tu familia, a algún enfermo? ¿Alguna vez has estado en el hospital cuidando a algún enfermo que está grave o que va a morir? ¿Qué ha sentido el enfermo? ¿Qué has sentido tú?
En el evangelio de San Marcos de este 5º Domingo del tiempo Ordinario, encontramos varios elementos en Jesús; uno: fue a la casa de Pedro a curar a su suegra; dos: expulsaba demonios y curaba muchos enfermos; tres: se retiraba al monte a orar; y cuatro: era un predicador itinerante, iba de pueblo en pueblo predicando.
Primero, Jesús ha venido a liberarnos de todo sufrimiento, de todo dolor y aquí lo encontramos con ese gesto: va a la casa de Simón Pedro y le avisan que su suegra está enferma; Jesús se acerca la toma de la mano, la levanta y luego ella se pone a servir.
Con esto Jesús nos está indicando que cuando haya un enfermo no hay que abandonarlo, hay que acercarnos y hacer algo por él; también hay que tenderle la mano para levantarlo, no es lo mismo tener piedad que tener misericordia. Piedad es hacer algo por él; en cambio la misericordia –la compasión– es acercarnos al enfermo, estar con él, escucharlo, animarlo. Pues bien, Jesús nos enseña cómo hay que tratar a los enfermos.
Segundo, le llevaron a Jesús muchos enfermos y muchos poseídos por el espíritu del mal, curó a los enfermos y expulsó los demonios. A eso ha venido Jesús, a sanar. Al Señor no le gusta el dolor de sus hijos, por eso ha venido a anunciar la salvación, la salud física y espiritual, por eso expulsa los espíritus del mal, pero también sana los cuerpos.
Tercero, Jesús también nos enseña la importancia de hacer oración en nuestra vida. Él se retira a los lugares solitarios, al monte, a orar, para entrar en comunión con su Padre Dios, y esa comunión con su Padre le da toda la fuerza para seguir predicando, para amar, para acercarse a los que sufren, ahí está nuestra fuerza, en la comunión con Dios. Yo te invito a que en tu vida no falte; si tú estás en comunión con Dios, en oración, ahí está toda la fuerza para hacer el bien.
Y finalmente, el cuarto elemento, Jesús recorre los poblados y va a anunciar la buena noticia. Con esto ya nos está indicando qué importante es llevar la buena nueva. ¿Te gustaría colaborar con Jesús en esa nueva noticia? Ojalá y le digas al Señor: Jesús tú eres mi modelo y maestro de oración, concédeme la gracia de preocuparme por mis hermanos que sufren, acercarme a ellos y animarlos como tú los animabas.
La bendición de Dios Omnipotente: Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. Amén.
+ Mons. Luis Artemio Flores Calzada
8º Obispo de la Diócesis de Tepic