Homilía de Monseñor Luis Artemio Flores Calzada al inicio de la Visita Pastoral a su Diócesis de Tepic.
“Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Él le contestó: Sí Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: apacienta mis corderos”… son Palabras que acabamos de escuchar en el Santo Evangelio de San Juan.
Mis queridos hermanos sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosas, queridos hermanos fieles laicos y laicas que nos acompañan. Hoy la Palabra del Señor se centra en Cristo el Buen pastor y nos ha llamado, a mi como obispo y a mis hermanos como sacerdotes, por eso es importante no olvidar la misión que nos ha encomendado.
Cristo, el Buen Pastor
Jesús escogió a Pedro y a su hermano Andrés y les dijo: “Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres, inmediatamente dejando las redes lo siguieron” (Mc. 1, 16-18). En otra ocasión sabiendo Jesús que habían pasado la noche sin pescar nada, Jesús le dijo a Pedro: “Lleva la barca mar adentro, Pedro le dijo: Señor hemos pasado toda la noche y no hemos pescado nada, pero en tu nombre echaré las redes, y recogieron tal cantidad de peces que se reventaban las redes”. Pedro le dijo: “Apártate de mí Señor porque soy un pecador”; y Jesús le contesta: “No tengas miedo, de hoy en adelante serás pescador de hombres”.
Sí queridos hermanos sacerdotes y todos mis hermanos aquí presentes, si deseamos tener éxito en nuestro trabajo pastoral, tenemos que echar las redes en el nombre de Jesús, y pescaremos a muchos hombres para Dios. El papa Benedicto XVI nos explicaba que el pescador de hombres saca a los hombres del lugar de su infelicidad y esa es nuestra misión, sacar a nuestros hermanos de la destrucción y llevándolos a Cristo que es la vida; sacarlos de las tinieblas y llevarlos Cristo que es la luz; sacarlos de la violencia para llevarlos a Cristo que es la paz; de la mentira para llevarlos a Cristo que es la verdad, del odio para llevarlos a Cristo que es el amor.
Cuando Pedro había negado al Señor tres veces, Cristo, una vez resucitado, sale a su encuentro, y sana su triple negación con una triple pregunta: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Y Pedro le responde con una triple confesión: “Señor tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero”. Y el Señor no le retiró su amor, sino que le encomendó una gran misión, la misión de Cristo Pastor: “Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas”. El Señor le encomendó a Pedro apacentar el rebaño, basándose en el ejemplo que Pedro había visto y vivido en el mismo Jesús, que es el Buen Pastor.
Esta hermosa imagen del pastor nos trae muchas enseñanzas: el pastor conoce a las ovejas, las llama por su nombre, las ama, las cuida, las protege del lobo, busca a las descarriadas, venda a las heridas, sana a las enfermas (Ez. 34, 14-16). El pastor bueno da la vida por las ovejas. En cambio, el ladrón sólo viene a robar; al mercenario no le importan las ovejas (Jn. 10, 10-15), por eso las abandona cuando ve venir al lobo.
Pedro, después de asumir su compromiso de amar sin medida ni restricciones, acepta la misión que lo llevará por caminos que él no quería, o ni hubiera imaginado. Pedro aprendió a ser pastor como Cristo y por eso ahora anima a nosotros los obispos y presbíteros de todos los tiempos a ser buenos pastores y nos da las siguientes recomendaciones: “Apacienten el rebaño de Dios cada cual en su lugar; cuídenlo no de mala gana, sino con gusto, a la manera de Dios; no piensen en ganancias, sino háganlo con entrega generosa; no actúen como si pudieran disponer de los que están a su cargo, no con actitud de despotismo sino más bien traten de ser un modelo para el rebaño. Así, cuando aparezca el Pastor Supremo, recibirán en la Gloria una corona que no se marchita” (I Pe. 5, 1-4).
Visita Pastoral
Queridos hermanos y hermanas, con el favor de Dios iniciaré la Visita Pastoral a cada una de las parroquias de nuestra amada Diócesis de Tepic, iniciando por la Zona Costa de Oro. La Visita Pastoral es un tiempo de gracia en la que el Obispo, como sucesor de los apóstoles, es pregonero del Evangelio, pastor que conoce, ama y visita al rebaño que se le ha encomendado, se acerca al rebaño para comunicarle la vida divina como pontífice, sacerdote de Cristo.
La Visita Pastoral es una acción apostólica, en la que el Obispo se presenta como principio y fundamento visible de la unidad de nuestra Iglesia particular –Diócesis de Tepic–. Es una oportunidad para reanimar las energías de los agentes evangelizadores, felicitarlos, animarlos y consolarlos por su trabajo. Es una oportunidad también para renovar la vida cristiana y una acción apostólica más intensa; además, para conocer cómo se está llevando el Plan Diocesano de Pastoral de nuestra Diócesis de Tepic, con sus avances y dificultades.
En la Visita Pastoral además de predicar y celebrar la Eucaristía, tendré la oportunidad de encontrarme y escuchar al párroco y demás sacerdotes, visitaré a las religiosas –si las hay en la parroquia–; me reuniré con el Equipo Parroquial de Animación Pastoral (EPAP) y con el consejo de asuntos económicos. Para mí como Obispo es muy importante encontrarme con los enfermos, con los pobres, con los niños, con los adolescentes y jóvenes, con las familias, con los grupos parroquiales, con las autoridades civiles si fuera posible; también con las personas que pertenezcan a algún grupo como los pescadores, ejidatarios, entre otros. Quiero encontrarme con los hombres y mujeres de buena voluntad. También asignaré tiempo para visitar el cementerio y orar por los difuntos.
Es importante revisar también los lugares sagrados, el templo, su sacristía, ornamentos litúrgicos y libros litúrgicos, los libros parroquiales, la administración económica; esto lo haré ayudado por los decanos y algunos sacerdotes que ya he asignado para esta tarea específica. Habrá antes unas religiosas que irán preparando la Visita Pastoral.
En esta solemne Celebración Eucarística he querido poner en las manos del Señor, junto con todos ustedes nuestra Visita Pastoral, para que Dios derrame muchas gracias en nuestra Diócesis, en los sacerdotes, en la Vida Consagrada y en todos nuestros fieles.
Es importante recordar que Pedro está presente en su sucesor el Papa, nosotros como iglesia diocesana le manifestamos nuestro cariño y nuestro respeto, nuestra adhesión total, recordemos como Cristo fundó su iglesia y las fuerzas del mal no prevalecerán sobre ella. En estos tiempos que estamos viviendo, es necesario renovar nuestra iglesia, empezando por nosotros, como obispo, como sacerdotes, hacer de nuestra iglesia una iglesia viva, como nos dejó esta herencia mi antecesor Monseñor Ricardo Watty Urquidi (qepd), pero también como nos pide el papa Francisco, una iglesia en salida, una iglesia misionera, una iglesia joven, bella, atractiva, que muchos quieran vivir la alegría y el gozo de seguir a Cristo y pertenecer a nuestra iglesia católica, apostólica y romana.
Año jubilar mariano
El lunes 10 de septiembre iniciaremos un año jubilar en toda la Diócesis de Tepic, con motivo de los 375 años de la renovación milagrosa de la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Talpa, patrona de nuestra Diócesis (1644–2019).
Y el miércoles 19 de septiembre en la basílica de nuestra Señora de Talpa, en Talpa de Allende, Jalisco, bendeciré cinco réplicas de la imagen de la Virgen de Talpa; estas imágenes visitarán las cinco zonas pastorales, para que la imagen peregrina de nuestra amada Patrona llegue absolutamente a todas las zonas y a todas las parroquias, y de ser posible a todas las capillas de nuestra Diócesis, ganando la indulgencia plenaria que el Santo Padre Francisco –por medio de la Penitenciaría apostólica– nos ha concedido para este Año Jubilar 2018–2019. La Penitenciaría Apostólica concede la indulgencia plenaria, con las acostumbradas condiciones (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre, el Papa) a todos los fieles de la Diócesis de Tepic que celebren con veneración a la Santísima Virgen en su advocación de Nuestra Señora del Rosario de Talpa. Estas indulgencias se obtendrán en el santuario y en todas las parroquias que visite la imagen de nuestra Madre Santísima.
15 años de vida episcopal
Quiero también pedirles, a todos ustedes, me ayuden a dar gracias a Dios por el ministerio episcopal que me ha confiado. El día 8 de septiembre del año 2003, fiesta de la Natividad de la Virgen María, fui consagrado primer Obispo de la Diócesis de Valle de Chalco. Ahora, Dios me concede llegar a los XV años como Obispo, ahora sirviendo con mucha alegría e iniciando la Visita Pastoral en esta amada Diócesis de Tepic. Y yo también, como Pedro, a pesar de mis debilidades le puedo decir: “En tu nombre lanzaré las redes… Señor tú lo sabes todo, tú sabes que te amo… y quiero serte fiel, por eso dame tu gracia”. Amén.
+Mons. Luis Artemio Flores Calzada
VIII Obispo de la Diócesis de Tepic
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Catedral de Nuestra Señora de la Asunción.
Tepic, Nayarit, a viernes 7 de septiembre 2018.
I Ezequiel 34, 12-16
Salmo 88
I Pedro 5, 1-4
Juan 21, 15-19