“He aquí que envío a mi mensajero, delante de ti a preparar tu camino. Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos”.
Queridos hermanos el Señor va a venir, y hay que preparar su llegada. Por eso la palabra de Dios nos habla de tres elementos importantes para hacerlo: uno, preparar un camino al Señor, dos, Juan Bautista el mensajero de Dios y tres, el pueblo que se prepara a recibir a Cristo.
Primero, el camino por el que lo recibimos, es un camino para nosotros mismos, ese camino que nos lleva a su encuentro, pero para transtitarlo necesitamos primero hacer lo que nos dice la Palabra: enderezar lo torcido, es decir, hacer un cambio de vida, para que cuando venga, nos encuentre en paz, sin mancha ni reproche. Los valles se elevan porque el Señor, Nuestro Pastor viene a consolar y cuidar a su rebaño, pero también los montes se abajan, es decir, que la soberbia y orgullo que controla nuestro corazón se transforme en una actitud humilde y reconciliadora.
Segundo, el mensajero que trae buenas noticias es Juan el Bautista, quien nos invita a la conversión, por medio de un bautismo de agua, que traspasa hasta el corazón para recibir a Cristo. La Palabra nos narra que Juan vestía de una manera sencilla, usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Él, sencillamente nos anuncia que el que ya viene es el Mesías, con más poder, quien no merece ni que le desaten las agujetas de las sandalias; el bautizará con el Espíritu Santo. Con esto San Juan nos revele que Jesúes viene a renovar la creación, a sembrar en el corazón de todas las personas la paz, la justicia, viene a constituir un cielo nuevo y una tierra nueva, donde reine el amor.
Tercero, el pueblo y nosotros, estamos llamados a prepararnos para recibir al salvador; esto exige de nosotros una responsabilidad y un verdadero compromiso. Es cierto, que no somos dignos, no somos merecederos, por nuestros actos, de la salvación, pero el recibirla, requiere de nuestra parte una acción, movernos hacia Cristo, y mirar hacia Cristo implica esfuerzos y cambios constantes en aquello de nuestra vida que no es bueno. Pero este esfuerzo también debe desbordarnos, es decir, debe inundar nuestro entorno; prepara el camino es buscar el mayor bien para nuestros hermanos. El Señor, al venir, dará a cada uno según sus obras, pero Él es paciente y nos da tiempo para convertirnos, pues no quiere que nadie se pierda.
¿Te gustaría preparar el camino del Señor? ¿Qué cosa tienes que cambiar en tu vida, para recibir al Señor con un corazón limpio? Como Juan Bautista ¿te gustaría ser mensajero de Dios para invitar a los tuyos a preparar su llegada? ¿te gustaría colaborar con Dios contruir ese mundo nuevo de justicia y de fraternidad? ¡Preparemos todos la venida del Señor!
+Luis Artemio Flores Calzada
VIII Obispo de Tepic.