Queridos hermanos, continuamos en este tiempo santo de la Cuaresma. Recordemos que lo importante en la cuaresma es una purificación de nuestro corazón, es una reconciliación con Dios y con nuestros hermanos, es un cambio de vida.
Hoy la Palabra de Dios nos habla fundamentalmente de acciones cruentas, abusivas incluso, una de ellas la de Pilato, quien mandó matar a unos galileos mientras ofrecían sus sacrificios. En nuestros tiempos cuántas veces se manda a matar a mucha gente, tenemos abusos, violencia, secuestros, muerte. La vida es sagrada y por lo tanto, quien hace eso tendrá que dar cuentas de algo grandioso como es la vida, porque la vida es de Dios y el mismo Señor es el custodio de todos. No obstante Jesús nos dice: “¿creen que aquellos eran más pecadores que los demás? No…”; pero también nos advierte: “si ustedes no se convierten perecerán de manera semejante”.
Este es un tiempo de revisar nuestra vida, la Cuaresma nos da tiempo de cambiar, a quien le sucede alguna desgracia no es porque sea pecador, las desgracias vienen a veces por el abuso o el autoritarismo de algunas personas, no obstante siempre hay que tener un corazón limpio, estar siempre preparados porque no sabemos ni el día ni la hora.
También vino un accidente trágico, una torre se derribó y aplastó a dieciocho… Cuántas veces hemos visto terremotos, tsunamis, accidentes donde ha muerto mucha gente inocente… y la pregunta de Jesús es: “¿creen que esos eran más pecadores? ciertamente que no”. Si muchos mueren en accidentes trágicos no es porque sean pecadores, pero el Señor nos advierte que hay que estar preparados, convertirnos y la Cuaresma nos da esa oportunidad.
Finalmente con la última imagen de la higuera, donde el dueño de la viña va a buscar higos y no encontró, entonces le manda al trabajador que la corte para que no ocupe el lugar inútilmente, pero el viñador le dice que la deje, que va a echarle abono y a cultivarla, que le dé oportunidad un año más y si no produce fruto la cortará.
Queridos hermanos, cuántas veces Dios nos da muchas oportunidades y a veces no hemos dado frutos; Dios espera frutos de nosotros, ojalá nos convirtamos y demos buenos frutos.
La bendición de Dios Omnipotente: Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y permanezca para siempre. Amén.
+ Mons. Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de la Diócesis de Tepic
III Domingo de Cuaresma
Éxodo 3, 1-8. 13-15: “‘Yo-soy’, me envía a ustedes”.
Salmo 102: “El Señor es compasivo y misericordioso”.
I Corintios 10, 1-6. 10-12: “La vida del pueblo escogido, con Moisés, en el desierto, es una advertencia para nosotros”.
San Lucas 13, 1-9: “Si no se convierten, perecerán de manera semejante”.