Queridos hermanos, hace ocho días escuchamos en el Evangelio las tentaciones que Jesús sufrió; ahora vemos un acontecimiento maravilloso: la Transfiguración del Señor. La gran enseñanza es que el camino de penitencia y de conversión que nos conduce durante este tiempo de Cuaresma, es para participar de la gloria del Señor.
Es cierto que entró en el mundo el pecado y la muerte, pero Cristo nos ha venido a liberar y por eso nos invita a subir con Él, al Monte Tabor y hoy nos muestra un anticipo de su resurrección; Él va a morir, pero también va a resucitar y nos va a hacer partícipes de su divinidad.
Durante la Transfiguración, el rostro de Jesús quedó resplandeciente como el sol, sus vestiduras eran blancas, mostró un poco de su gloria. ¿Quién es Él? El Mesías, es Dios que se hizo hombre y que nos muestra algo de su gloria y nos revela los misterios de su salvación.
Él es la palabra definitiva. Dios nos habló por Moisés, por Elías, pero ahora nos habla por medio de Jesús, de tal manera que se escucha la voz del Padre: “Este es mi Hijo muy amado, escúchenlo”, y finalmente la presencia con Jesús trae gozo, alegría. Sepamos pues, que la meta definitiva es la posesión de la gloria de Dios.
¡Ánimo! Hay que seguir Jesús, hay que escuchar a Jesús. Él es el Señor que ha venido a hacernos partícipes de su vida divina, pero el camino de la gloria pasa antes por el camino de la cruz, de la pasión, de la muerte. Eso nos llena de mucha esperanza a todos.

Recordemos que el contacto con Cristo nos transforma. Sí, tú también en el contacto con Jesús te vas transformando en Cristo y tienes también ese encargo de irradiar la luz de Cristo por tus buenas obras, para eso es importante purificar tu corazón y dejar que el Señor te transforme.
Hoy en nuestro mundo escuchamos muchas voces, escuchamos a los locutores, a los artistas, a los líderes de opinión, pero nos hace falta escuchar la voz de Dios, porque la voz de Cristo es una voz autorizada, una voz que da vida eterna; la Palabra de Cristo es verdad, por eso vale la pena siempre escucharla y seguirla. Además, Jesús dice: “No tengan miedo”. Nuestros miedos hoy son la soledad, la vejez, la enfermedad y el abandono, pero el Señor está con nosotros. No estamos solos, Él está con nosotros y viene a liberarnos de todas las tristezas, de todos los males.
Acerquémonos a Jesús porque Él tiene palabras de vida eterna.
La bendición de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y permanezca para siempre. Amén.
+ Mons. Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de la Diócesis de Tepic