“Yo soy la perfecta siempre virgen María, madre del verdaderísimo Dios por quien se vive”. Nican Mopohua.
Con estas palabas se presenta la Santísima Virgen María a Juan Diego y luego le pide que vaya ante el Obispo y le presente su deseo: «quiero que me construya una casita, donde yo muestre todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en mi salvación . porque yo soy en verdad vuestra madre compasiva».
La Virgen María nos revela al verdaderísimo Dios, un Dios amor, misericordioso, un Dios de vida. El nos creó por amor y para amar, nuestra identidad de hijos de Dios es amar, porque Dios es amor (Jn 4, 8); y si somos sus hijos, debemos vernos y tratarnos como hermanos, como nos dice el Papa Francisco en su encíclica “Frratelli Tutti”. También Jesús nos dice: como el Padre me ama, así los amo yo; permanezcan en mi amor. Lo que les pido es que se amen como yo los he amado.
Nuestro Dios también es un Dios de vida: “yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn. 10,10). Hoy, en nuestro tiempo, estamos olvidando este gran mensaje, pero María de Guadalupe nos lo recuerda. Hoy, vivimos robos, asesinatos de hombres y mujeres, de niños, trata de personas, crimen organizado que ha provocado mayor cantidad de muertes que en otros años, mal trato de migrantes, mentiras y difamaciones en muchos ámbitos y familias destruidas. En resumen, no se respeta la dignidad del ser humano.
Pero el mal no tiene la ultima palabra; Jesús ha vencido el pecado y la muerte, por eso nos invita, por medio de su madre María a construir una casa sagrada; esa casita sagrada es nuestra Patria, México, nuestro Estado, Nayarit, nuestra ciudad, nuestro barrio, nuestra familia, todo lugar donde haya amor, unidad, respeto, y diálogo no monólogo.
Por eso Jesús, viendo el corazón duro de los seres humanos, pide a Dios: Padre, que todos sean uno, como tú y yo somos uno para que el mundo crea (Jn 17,21). Así la unidad, la verdad, el amor, el respeto, la paz y la justicia es obra de Dios, mientras que la división, la confrontación, la mentira, el odio, la falta de diálogo, el abuso de poder, las injusticias y las difamaciones, son obra del demonio porque el es “homicida y padre de la mentira”, como nos dice Jesús en Evangelio de San Juan 8, 44.
Por otra parte, el 6 de junio de este año, es día de elecciones. Todos tenemos un compromiso muy importante por el bien de México, salvar la democracia. Es vital que ninguna persona se quede sin ir a votar, debemos hacerlo con plena libertad y responsabilidad, eligiendo candidatos honestos, capaces, que realmente les interese el bien de los ciudadanos y no sus propios intereses o los de su partido. Votar es un deber de conciencia; recordemos que Jesús nos dice: “ustedes son la luz del mundo y la sal de la tierra” (Mt 5, 13). ¿Amas a México? Ve a votar, que no te venza la apatía o la indiferencia, y elige buenos gobernantes.
El Papa Francisco nos recuerda que la política es “una de las formas más preciosas de la caridad (amor) porque busca el bien común (Fratelli Tutti, 180). Lamentablemente hay quienes, – sin verdadera vocación y sin principios éticos-, buscan solamente alcanzar el poder para servirse y no servir. La mejor política es buscar acuerdos, no confrontaciones. México necesita una democracia que respete el Estado de derecho y las instituciones; esto son fruto de la democracia. Todos los mexicanos unidos, podemos lograrlo.
Pedimos al Señor Jesús, bajo la intercesión de la Santísima Virgen de Guadalupe, por nuestra amada Diócesis de Tepic, que nos conceda el cese de la pandemia, que la jornada electoral se realice en paz y que todos los mexicanos junto con los gobernantes próximamente electos, construyamos la casa sagrada que nos pidió María de Guadalupe, una patria donde se viva la unidad, la paz, la fraternidad y la amistad social. Así sea.
+Luis Artemio Flores Calzada
VIII Obispo de Tepic