Homilía de Jueves Santo

Yo recibí del Señor lo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “esto es mi Cuerpo que se entrega por ustedes, hagan esto en memoria Mía”, lo mismo hizo con el cáliz, diciendo: “es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre”.

Queridos hermanos y hermanas, en este día Santo celebramos la Cena del Señor, la Institución de la Eucaristía. Jesús se quedó con nosotros en el pan y el vino consagrados, es un banquete que da vida eterna, es el memorial perpetuo de su amor por nosotros, es su Cuerpo que se entrega por nosotros, es su Sangre que se derrama por nosotros para el perdón de los pecados, no hay amor más grande que el que da la vida, y Cristo te ama tanto que da la vida por ti. Es el Cordero Pascual que va a ser inmolado y cuya sangre nos librará de la esclavitud del pecado y de la muerte; como la sangre del cordero pascual que inmolaron los israelitas en Egipto, los libró de la esclavitud y de la plaga exterminadora.

En este día Santo, Jesús también instituyó el Sacerdocio para que la Eucaristía y su obra salvadora se perpetuara hasta el fin del mundo. Pidamos a Dios por los sacerdotes que son una bendición de Dios para su pueblo, que es la Iglesia.

Sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Luego echó agua en una jofaina y se pudo a lavarles los pies a los discípulos. Contempla a tu Rey, a tu Creador, lavando los pies a los discípulos, con este gesto simbólico, quiere indicarnos que la grandeza del ser humano no es dominar, sino servir, dar la vida por los demás, en buscar siempre el bien de todos. Por eso Jesús dice a Pedro: “lo que estoy haciendo, tú no lo entiendes ahora, lo entenderás más tarde”, y luego les dice a los demás discípulos: “ustedes me llaman maestro y lo soy, si yo que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Esto es, ayudarnos mutuamente, buscar siempre el bien mutuo, ser solidarios unos con otros y más en este tiempo de contingencia; apoyarnos mutuamente, animarnos, compartir nuestros conocimientos, nuestros bienes, nuestro alimento. Los discípulos de Cristo estamos llamados a Servir, no a dominar, a buscar siempre el bien de todos, empezando desde la familia.

Después de lavar los pies a los discípulos, les dijo: “les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros, como yos he amado, en eso conocerán que son mis discípulos.” (Jn. 13, 34-35). Dios es amor, y como hijos de Dios, y discípulos de Cristo, estamos llamados a amarnos mutuamente, y el amor más grande es dar la vida por los demás como Cristo. Dios quiere una vida digna para todos sus hijos, que a nadie le falte lo necesario, casa, trabajo, alimento, educación, salud, la paz y en esto todos estamos comprometidos. Dios no quiere la miseria para sus hijos e hijas, pero si quiere la pobreza, que significa desprendimiento de los bienes, saber compartir, crear fuentes de trabajo para todos y poner nuestro corazón en Dios y en nuestros hermanos, amarnos mutuamente es preocuparnos los unos por los otros, y crear mejores condiciones de vida para todos, no para una persona  o grupo de personas, preocuparnos por los pobres es preocuparnos por su desarrollo integral, pero sobre todos, servirlos y amarlos como a hermanos y amigos, esto es lo que Jesús nos pide hoy, además no tomar a los pobres como bandera para buscar nuestros propios intereses como lo hacia Judas, que era ladrón y utilizaba a los pobres como pretexto.

Pensemos cada uno de nosotros un momento, ¿Te has dado cuenta, ¿cuánto de ama Cristo, que dio la vida por ti y se quedó en la Eucaristía para acompañarte y ser tu alimento? ¿Estás dispuesto a servir y amar a tus hermanos (as) como lo hizo Cristo con sus discípulos? Pídele al Señor que, así como libró al pueblo de Israel de la plaga exterminadora, por la Sangre del Cordero, nos libre de la Pandemia del COVID-19. Así sea.

Mons. Luis Artemio Flores Calzada

Vlll Obispo de Tepic.

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