Queridos hermanos, vamos a celebrar la fiesta de Cristo Rey.
Cristo es rey porque es el que ha creado todo el universo. La palabra de Señor nos dice que Cristo es ese rey–pastor que cuida de sus ovejas, que las lleva a donde hay pasto, donde hay agua:“El Señor es mi Pastor, nada me falta”; es nuestro Rey porque entregó la vida por nosotros muriendo en la cruz para rescatarnos del mal; su reino es reino de amor, de paz, de justicia; es también nuestro Rey.
San Pablo nos recuerda, que él va a destruir todos los poderes del mal, el último enemigo en ser vencido será la muerte, ya no habrá ni dolor, ni injusticia, ni muerte, así que animémonos a seguir a Cristo nuestro Rey.
Ese Rey vendrá al final de la historia con gran poder, acompañado de sus ángeles se sentará en su trono de gloria y serán congregadas todas las naciones y por lo tanto dirá a los de su derecha: “Vengan benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes; porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, estuve enfermo y me visitaron, en la cárcel fueron a verme, era forastero y no me persiguieron”. Y a los de la izquierda les dirá: “Apártense de mi malditos, vayan a fuego eterno preparado para el demonio y su seguidores”.
Queridos hermanos, depende de nosotros; Jesús se identifica con los pobres. Estamos en la Jornada por los Pobres, así que descubramos el rostro de Cristo que está oculto en el rostro del hermano pobre, enfermo, necesitado. Lo que hagamos a uno de ellos se lo hacemos a Cristo.
También quiero recordarles que cualquier acción que hagamos a nuestros hermanos, se lo hacemos a Cristo; el Señor al final, si tú has matado te dirá: “me quitaste la vida, me ofendiste, me gritaste”; “¿cuándo?”, “cuando se lo hiciste a un hermano mío, a mí me lo hiciste”. O al revés, te dirá: “tendiste tu mano, me ayudaste, me apoyaste”; “¿cuándo?”, “cuando lo hiciste con un hermano mío, conmigo lo hiciste”.
Ojalá queridos hermanos, que descubramos a ese Cristo Rey que habita en el rostro de cada uno de nuestros hermanos. Su reino es el reino del amor, por lo tanto sumémonos a este reino, difundamos el amor empezando en nuestra familia, en nuestro trabajo, en la universidad, en nuestro entorno. Es el reino de la paz, fuera toda violencia, somos hermanos; es el reino de la justicia. ¿Te gustaría que Cristo reine en tu corazón? Dile: “Ven Señor, quiero que tú seas mi Rey”. ¿Te gustaría que reine en tu familia, en tu patria, en tu nación? Ojalá y todos trabajemos por el reino de Cristo.
La bendición de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. Amén.
+ Mons. Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de la Diócesis de Tepic
Mateo 25, 31-46