Maestro Pedro Luna Jiménez
Hace ya cerca de cuatro décadas, en las entrañables páginas del Boletín Eclesiástico de la Diócesis de Tepic, el padre Manuel Olimón escribía un artículo donde se abordaban aspectos relevantes en relación a la historia de la Parroquia de Tepic. Aquel corto e intenso texto, iniciaba con la siguiente observación:
“Cualquier curioso lector puede entrar a las modernas oficinas del Obispado; al llegar a la librería situada en la planta baja, dirija su mirada hacia la izquierda y notará destacar una inscripción en piedra que se lee así: “Siendo el señor Pio XVII cabeza visible de la Iglesia Católica, el señor don Carlos IV Rey de España y de las Indias. El Sr. D. Juan Cruz Ruiz de Cabañas Obispo de Guadalajara, se empezó esta iglesia en 5 de octubre del año MDCCCIV (1804)” Esta fecha marca el comienzo de la construcción de la nueva iglesia parroquial que viene a constituir el cuerpo de la actual catedral. Obra iniciada por el Señor Cura Benito Antonio Vélez y continuada por su sucesor el padre Agustín de la Peña quien tomó posesión en 1814”.[1]
De esta forma, en el próximo mes de octubre, se estaría conmemorando el 216 aniversario de que fuera colocada la primera piedra para dar simbólico inicio a la construcción de un nuevo templo para la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción del pueblo de Tepic.[2] Para esas fechas, la localidad contaba cuarenta y tres años de ser sede administrativa de parroquia como resultado de la secularización del convento de San Juan Bautista de Xalisco, llevada a cabo en 1761. Como se sabe, a esta guardianía franciscana, Tepic había pertenecido desde que fue fundada en el marco de la conquista hispana en 1540.[3]
El contexto, además, lo demandaba. Benito Antonio Vélez, cura de la parroquia, sabía que los acaudalados y piadosos comerciantes tepiqueños, representados en este proyecto por dinámicos mayordomos como Eustaquio de la Cuesta, Ramón Espinoza y José María García de la Cadena, no lo defraudarían. Dos décadas después, el templo parroquial estaba concluido. En Tepic, desde finales del siglo XVIII en adelante, han crecido devociones religiosas en torno a las imágenes marianas de Nuestra Señora de los Dolores, Nuestra Señora de Guadalupe y Nuestra Señora de la Asunción. Baste recordar que la primera de ellas, en junio de 1795, fue declarada patrona del vecindario para que abogara por los buenos temporales.[4] Por su parte, el culto a Nuestra Señora de la Asunción, se ha prolongado desde los inicios de los tiempos hispanos a la actualidad. El 21 de marzo de 1848, este templo dedicado a la Asunción de María, recibió el mismo privilegio que tenía la Basílica de San Juan de Letrán en Roma. Es decir, se había transformado en Basílica Lateranense. Posteriormente, el 15 de noviembre de 1891, en que tuvo lugar la erección canónica de la Diócesis de Tepic, el templo asumiría el rango de catedral y, La Asunción de María, continuaría como su Santa Patrona.[5]
[1] Manuel Olimón. “La parroquia de Tepic y el tiempo”, Boletín Eclesiástico, No. 3, Tepic, Iglesia Diocesana de Tepic, 1973, pp. 109-121.
[2] La información sobre la construcción de este inmueble están en Pedro López González. La Catedral de Tepic, Tepic, Iglesia Diocesana de Tepic, 1985.
[3] Manuel Olimón. “La parroquia de Tepic…”, pp. 109-121.
[4] Parroquia de Tepic, Libro de gobierno de 1773 a 1821, citado en Pedro López González. La Catedral de. . . p. 81.
[5] La historia de estos cambios se encuentra documentada en Pedro López González. La Catedral de Tepic. . . pp. 20 – 85. Gracias Pedro.