Preparar y prepararse para lo que será una de las aventuras más emocionantes de nuestras vidas con la persona que más queremos, no parecen ser aspectos importantes que llamen poderosamente la atención en nuestros días, y deberían serlo, puesto que de ello depende mucho convertirla en una experiencia formidable, llena de emociones, divertida, estimulante, seria, retadora, edificante; porque por el contrario será una empresa muy difícil, llena de contrariedades, de conflictos e insípida. Y con preparación no queremos referirnos únicamente a la celebración del sacramento (que ya de por sí, éste constituye un momento privilegiado), sino a todo lo que implica estar listos para emprender, ya lo decíamos, un viaje, una aventura sin precedentes en nuestras vidas.
Noviazgo
Por lo ya comentado sería bueno que tú, que deseas unir tu vida con la persona que más quieres, te preguntaras (aunque las respuestas pudieran parecer muy obvias): ¿cómo es mi noviazgo?, ¿es agradable y divertido? ¿lo he disfrutado plenamente?, ¿a veces es desagradable e incómodo, y me hace pasar malos ratos? Quizá no te hayas detenido a analizar tu noviazgo, te invito a que hagas un alto y profundices en esto, que en ocasiones no tomamos en cuenta, puesto que el romanticismo que estamos viviendo nos impide ver más allá de la razón.
Aceptación
Importante en toda relación es la aceptación de nuestra pareja, elemento esencial en la convivencia, ahora en el noviazgo y después en el matrimonio. Aceptar del otro lo que es no debe ser una actitud conformista, sino una oportunidad de valorar su persona, respetar sus cualidades y aprovechar todo aquello que nos puede dar y que nos falta a nosotros.
¡Qué diferente es a mí!
En muchas ocasiones sucede que quisiéramos corregirle la página a Dios pensando que creó mal a nuestra pareja, que debió ponerle tales o cuales cualidades y quitarle estos y aquellos defectos; con soberbia creemos que Él se equivocó y que nosotros lo podemos hacer mejor y que somos capaces de cambiar y hacer al otro a nuestra propia medida; y nada tan erróneo como eso. Dios en su sabiduría nos hizo diferentes para que en el matrimonio nos podamos complementar
Las diferencias que existen entre los dos pueden ayudar, y de hecho deben servir para fortalecer el matrimonio, “lo que a mí me falta tú lo tienes, y lo que a ti te falta yo lo voy a aportar”. Entonces, cabría preguntarnos: ¿estoy dispuesto a aceptar de mi pareja lo que es, sabiendo que tal vez no podré cambiar su forma de ser?, ¿acepto de mi pareja lo que fue, lo que será y lo que no podrá llegar a ser?
La aceptación es, pues, condición indispensable para un buen matrimonio, de hecho con la aceptación iniciamos la promesa del matrimonio cuando decimos: “yo, Antonio, te acepto a ti, Yolanda, como mi esposa y prometo…”.
¿De verdad conozco a mi pareja?
Esta pregunta ampliamente reflexionada nos podría llevar a una respuesta sorprendente, que solo tú puedes descubrir, con ayuda, claro está, de ciertos elementos; por ejemplo, un test que contenga preguntas específicas sobre las cualidades de tu pareja, los defectos, las diferencias que hay entre los dos, la manera de tomar decisiones que atañen a ambos, su manera de vestir, entre otros.
En realidad no suele profundizarse mucho en el conocimiento de las personas, nos quedamos en las apariencias, pero no tomamos en cuenta las motivaciones y razones de su manera de ser o de obrar, y esto puede suceder ya desde ahora en el noviazgo y después en el mismo matrimonio. El conocimiento mutuo en profundidad es uno de los pilares para construir la comunidad matrimonial. Hay una frase muy conocida: “no se ama lo que no se conoce”, y mucho tiene de verdad, pues conocer en serio significa conocimiento de la mentalidad, actitudes ante la vida, sentimientos, gustos, aspiraciones, ideas, motivaciones; conocimiento y amor están en relación recíproca. Amar es conocer, pero conocer es amar. Quien ama, conoce auténticamente al otro. Por eso, el crecimiento en el amor y la construcción de una comunidad de amor exige necesariamente crecer también en el conocimiento mutuo en la pareja.
Comunicación
Para llegar al mutuo conocimiento es imprescindible la comunicación, dos personas que se aman están abiertas la una a la otra. La sinceridad es un factor determinante para lograr una plena confianza entre ambos, el diálogo hará crecer armónicamente la relación de pareja. Pero, sobre todo, si hay comunicación podrán hablar de lo fundamental que existe entre los dos: el amor.
En este renglón nos podemos preguntar si estamos haciendo uso de esta herramienta tan valiosa.
La posición de la Iglesia
La preparación de los jóvenes al matrimonio y la vivencia de la fe cristiana en el matrimonio hace pensar en la urgencia de una pastoral específica, integrada en la pastoral general de los sacramentos. Ya lo dijo Juan Pablo II en su exhortación apostólica Familiares Consortio (El consorcio familiar): “En nuestros días es más necesaria que nunca la preparación de los jóvenes al matrimonio y a la vida familiar; se presenta en toda su urgencia la necesidad de una evangelización y catequesis prematrimonial y postmatrimonial puesta en práctica por toda la comunidad cristiana”.
Por lo tanto, te invito, joven, que tienes la intención de contraer matrimonio, a que te prepares debidamente para esa maravillosa empresa que, enraizada en el amor, te llevará a formar junto con la persona que amas, una verdadera comunidad de vida y amor, como ya lo dijimos antes.
Héctor Manuel García Partida
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