Francisco Limón Gutiérrez

Sacristán después de una conversión

 

Francisco Limón Gutiérrez, originario de Jala, Nayarit, empezó como sacristán hace aproximadamente doce años. Y en esta edición de mayo comparte para los lectores de La Senda su historia de vida:

 

La labor del sacristán en la Iglesia

“Inicié como sacristán en la Basílica de la Asunción, en Jala. Tras asistir a un retiro espiritual me empecé a acercar a la Iglesia, porque yo estaba demasiado alejado. Entré a la Escuela de la Fe, allí duré dos años, me dieron clases de liturgia y de Biblia, y aprendí a acolitar”.

Posterior a este acercamiento a la Iglesia de don Pancho (como lo conocen la gente), “mis hijos los más chicos (también se acercaron); ahora todos mis hijos participan, unos son catequistas, otros ayudan en el templo; todos mis hijos se han enseñado a acolitar”.

“Como sacristán apoyo a los sacerdotes en las Misas de la parroquia, al día me han tocado máximo cinco celebraciones”. Además, don Pancho no solo se encarga de acolitar en la parroquia, “también ayudo como jardinero, en el aseo, tocando las campanas, abro el templo, entre otros quehaceres. Es un poco cansado, pero soy feliz y me gusta hacerlo. Todo el día uno tiene que estar al pendiente de la hora para llamar a Misa. Los días más fuertes de trabajo son en Semana Santa, Navidad, la fiesta patronal y todos los sábados y domingos. A veces hasta me ha tocado pedir la limosna”.

Dejó su trabajo por estar al servicio de la Iglesia

Don Pancho platicó que anteriormente trabajó en el campo: “Era chofer de maquinaria pesada, y dejé todo por estar al servicio de la Iglesia. En Jala combinaba mi trabajo con la Iglesia, en la mañana trabajaba en el campo y por la tarde y los domingos acolitaba en las Misas”.

 

Tiene un hijo próximo a ordenarse sacerdote

Don Pancho tiene un hijo diácono, que está próximo a ordenarse sacerdote. Al respecto, compartió: “Él influyó para que yo me acercara a la Iglesia, porque primero ingresó al Seminario”. Y agregó: “Tener un hijo con vocación al Sacerdocio es algo muy especial, porque estudiar cualquier carrera no es lo mismo a lo que él está a punto de recibir”.

 

Todas las Misas son especiales

Al preguntarle a don Pancho sobre si le había tocado acolitar en alguna celebración especial, contestó: “Para mi todas las Misas son especiales, no hay una más especial que otra”.

Una anécdota sobresaliente en estos años de servicio fue esta: “Me ha tocado atender al señor obispo, y recuerdo que la primera vez que vino a la parroquia, no lo conocí, le pregunté si lo había mandado otro sacerdote y ya después lo reconocí y le pregunté que si era el señor obispo. Sonrió, y con mucha sencillez me dijo que sí”.

Actualmente don Pancho trabaja como sacristán en la Parroquia de San Rafael, en Tepic. Al principio le costó trabajo el cambio. La primera vez que regresó de Jala a Tepic se perdió, y se vio obligado a tomar un taxi para llegar a la parroquia, pero ya se acostumbró a la ciudad: “Creo que Dios es el que me trajo aquí, porque justo por ese tiempo se acabó mi trabajo en el campo. Solo venía por un mes y ya llevo casi cuatro años aquí. Es pesado estar lejos de la familia, porque a veces los veo cada quince días o cada mes, pero se necesita trabajar para mantener a la familia y porque todavía me quedan tres hijos estudiantes”.

Don Pancho es un hombre que se ha sabido ganar el cariño de la comunidad, desde los pequeños del Catecismo. Para finalizar, dijo: “Es bonito ganarse el cariño de la gente y servir a todos”.

 

 Irma Patricia Valdez Parra

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Comentarios a la autora: (valdez@lasenda.info)

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