La voz del Obispo
En un ambiente de agradecimiento a Dios, los saludo lleno de alegría a ustedes, hombres y mujeres que peregrinan en la Diócesis de Tepic.
«Mi alma glorifica al Señor»
Con estas palabras del canto de María quiero expresar mis sentimientos de agradecimiento al Señor, desde lo más profundo de mi ser.
Dios me ha concedido 76 años de vida y 52 de ministerio sacerdotal; en todo este tiempo he experimentado el amor y la bondad del Señor, ya sea como presbítero de la Diócesis de Culiacán, o bien como Obispo de la Diócesis de Tepic.
María, en su canto, proclama la bondad de Dios por las maravillas que ha realizado en Ella. El Sacerdocio es un don, un regalo, una maravilla que Dios ha realizado en cada uno de los que hemos recibido el Orden Sacerdotal; y otra maravilla de parte del Señor, es ser instrumento para que otros reciban el mismo sacramento.
Otro don del que debo estar eternamente agradecido con nuestro Padre, es éste, que por la fuerza de las palabras de Jesús: «Hagan esto en memoria mía», cada día pueda realizar la maravilla del misterio de consagrar el pan en el Cuerpo de Cristo y el vino de uva en su Sangre redentora.
Glorificar y agradecer al Padre Dios por las maravillas que ha realizado en mí y a través de mi persona a los creyentes en Jesús. María, la Madre de Cristo, nos da ejemplo de saber descubrir las maravillas que Dios realizó en Ella y exclama con júbilo en su cántico: «Mi alma glorifica al Señor».
La bondad de Dios no tiene límites
Hace un año, Dios me regaló cumplir 75 años de vida; edad en la que, por la ley de la Iglesia, debía renunciar a mi oficio como Obispo de la Diócesis de Tepic, cosa que hice en noviembre del año pasado. No obstante, con el auxilio del Consejo de Gobierno de la Diócesis, programé la visita pastoral 2007, que inició el pasado 22 de febrero en Acaponeta, Nayarit y concluyó el 23 de agosto de 2007 en Atenguillo, Jalisco. Dios me concedió la gracia de visitar los 16 decanatos y la mayoría de las parroquias y cuasiparroquias del territorio diocesano.
Palpé, de nueva cuenta, el amor del Señor hacia mi persona, al experimentar la cercanía de los sacerdotes y el cariño de los fieles laicos, especialmente de los niños y niñas. De la realización de esta visita estoy plenamente agradecido con mi Padre Dios.
Desde noviembre del año de 2006, que entregué mi renuncia como Obispo de Tepic, al Nuncio Apostólico Mons. Giuseppe Bertello, hasta principios del mes de julio, no había tenido respuesta. Al final de ese mes me indicaron que el Papa Benedicto XVI había aceptado mi petición, e igualmente me indicaron que continuaba como Obispo Residencial de Tepic, hasta el anuncio del nuevo Pastor de esta porción del pueblo de Dios.
Aquí estoy, junto al rebaño que Dios me encomendó; a veces el rigor de las enfermedades me ataca, pero la bondad de Dios no tiene límites, me fortalece y me impulsa a continuar el camino.
Me encomiendo a sus oraciones.
Su Obispo que los bendice
+ Alfonso H. Robles Cota
Obispo de Tepic