La palabra “misión” tiene como raíz el vocablo latino missio, que significa “enviar”, en sentido de algún trabajo, tarea o encargo. De tal forma que un misionero es aquel que ha sido enviado con un cometido. Así pues, la catequesis es misionera en tanto que ha sido enviada con una tarea: “ir y proclamar la Buena Nueva” (Mc 16, 15). ¿Cómo debe ser un misionero de acuerdo con esta encomienda?
El modelo ideal de misionero: Jesús
Jesucristo es el enviado, el “misionero” de Dios por excelencia. Pero este ser misionero de Jesús no se limita a un título externo, sino que está totalmente impregnado en su razón de ser y hacer. La conciencia de Jesús de ser enviado por el Padre se explicita en estas frases: “Yo he venido…”,“Yo he sido enviado…”,“Para esto he salido…” ¿A qué ha sido enviado Jesús? ¿A qué ha venido? ¿Para qué ha salido? Estas preguntas, en primera instancia, quizás nos parezcan un tanto despectivas. Pero son más bien reflexivas. Precisamente, profundizando en estas cuestiones y sus respectivas respuestas encontraremos lo que debe ser un catequista con carácter misionero.
Jesús fue enviado…Aanunciar la Buena Nueva (Lc 4, 18-19); a dar cumplimiento a la ley (Mt 5, 17); para que no vivamos en tinieblas (Jn 12, 46); no vino a ser servido, sino a servir (Mt 20, 28); no vino para juzgar, sino para salvar (Jn 3, 37; 12, 47); vino para llamar, no a los justos, sino a los pecadores (Mc 2, 17); vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido (Lc 19, 10); no vino para hacer su voluntad, sino para hacer la voluntad del que lo envió (Jn 6, 38); etcétera. Todos los aspectos de la vida de Jesús se enlazan con esta misión.
Misión que continúa en la Iglesia
La misión de Jesús no terminó con su Ascensión, sino que continuó con sus discípulos, y se ha prolongado hasta nuestros días en cada bautizado, pues así como el Padre lo envió nos ha enviado a nosotros (Jn 20, 21). En muchos de estos discípulos podemos encontrar ejemplos de una catequesis-misionera. Cada uno de ellos nos muestra cómo imitar al Maestro, de acuerdo con nuestras condiciones y circunstancias.
San Pablo amerita una mención especial por haberse constituido en el motor de construcción y expansión del Evangelio. Gracias a su entrega, a su convicción y a su carácter indiscutiblemente misionero;y precisamente por su labor de catequizar, ya sea por viva voz o por carta a cada una de las comunidades que iban naciendo, instruyéndolas en la vida de fe y enseñando la sana doctrina cristiana.
Una misión en todo tiempo y lugar: catequista-misionero
Cada persona tiene sueños y proyectos de vida, anhelos e ilusiones de gran alcance. Como católicos, muchos –sino es que todos– hemos tenido el deseo o la dicha de servir a Dios y al prójimo fuera de nuestros ambientes cotidianos, en especial en lugares alejados, sitios distintos a los que estamos acostumbrados, ya sea en nuestro estado o en otro, en el país o fuera de él, o incluso en otro continente. No dudo que el Señor haya llamado a cada uno para esta vocación de misionar en lugares inhóspitos y desconocidos, y tampoco dudo que el Señor nos haya llamado a misionar en cada uno de los ambientes en los que vivimos: trabajo, escuela, parroquia, amigos, familia y nuestro hogar.
Considero que ese salir no solo evoca “el lugar, sino a nosotros mismos: salir de nosotros para darnos a los demás, o como puntualmente lo mencionó el Papa Francisco: “Todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG, n. 20). Que con la gracia de Dios sepamos identificar esas periferias, esas personas, esos niños y niñas, que están más necesitados de la luz de Cristo. Y que nuestro misionar y catequizar sea en todo momento y en cualquier lugar.
Comisión Diocesana de Catequesis Infantil