El Padre Roberto Villalobos Valencia, originario de la Diócesis de Tepic, es misionero en Kenia desde hace ya varios años. Participa con los Misioneros de Guadalupe en esta opción de ser discípulo y misionero llevando el Evangelio de Cristo a todos los rincones de la tierra.
A continuación nos relata la experiencia de la construcción del templo material de la comunidad de Kainuk, en Kenia, África, donde se encuentra de misiones.
“El 16 de septiembre de 2007 tuvimos la visita del señor Obispo de la Diócesis de Lodwar, Patrick Harrington, quien vino a bendecir nuestro nuevo templo de Kainuk.
Les voy a comentar cómo se construyó este sagrado recinto. Primero, recibimos un donativo por parte del Vaticano y comenzamos con el cimiento de la estructura básica; luego, a través de los Misioneros de Guadalupe, México nos proporcionó otra cantidad considerable, y finalmente se hizo una colecta local, todo lo cual sumó medio millón de chelines (7 mil 651 dólares estadounidenses aproximadamente).
La generosidad de nuestro pueblo de Kainuk no se quedó atrás, pues aunque casi no hay fuentes de trabajo y la mayoría de la gente es muy pobre, un grupo de 60 señoras y ancianas decidió regalar su mano de obra, acarreando botes de agua, arena, piedra y grava. Por dos semanas una caravana de mujeres desfiló como hormiguitas ante nuestros ojos, cantando o platicando, siempre felices, sudando la gota gorda con tal de cooperar para la obra de nuestro templo.
Ahora tenemos un templo octagonal, hermoso, amplio, fresco y bien iluminado, con cupo para casi 800 fieles. Queremos agradecer a nuestro pueblo mexicano por aportar el “granito de arena” que hace posible que nuestro trabajo misionero siga adelante. Al construir un templo material se logra una meta, que es fruto del compromiso en la fe, para continuar la construcción del templo espiritual, que es la Iglesia, familia de Dios.
La comunidad cristiana de Kainuk, aunque es pequeña (15 por ciento de la población católica), quiere seguir creciendo en su condición de ser discípula y misionera. Aún tenemos un gran reto frente a nosotros, porque quedan muchos hermanos nuestros sin conocer a Jesucristo. La presencia de los Misioneros de Guadalupe en esta tribu de Turkana es una muestra de nuestra opción para servir a las comunidades más necesitadas de Kenia.
Así como nos costó años construir el templo material, pienso que nos llevará toda la vida edificar el templo espiritual. Oremos juntos para que la fuerza del amor nos permita a todos ser sembradores de esperanza en nuestras comunidades.
Gracias a nuestros bienhechores por su oración y compromiso solidarios, para que a todos llegue la luz de Cristo Resucitado”.
Fuente: Revista Almas de los Misioneros de Guadalupe
No. 715, julio 2009
P. Roberto Villalobos Valencia