Es alarmante cómo en el mes anterior ocurrieron varios suicidios en la capital nayarita y en varios lugares del estado, además del mundo del espectáculo, donde la muerte del actor Robin Williams causó conmoción. Poco se habla de este tema, e incluso se juzga duramente a quienes deciden poner fin a su vida. Poco se entiende este acto porque se desconocen los motivos que llevan a una persona a cometerlo: los trastornos afectivos, la depresión mayor y el trastorno bipolar, así como trastornos psicóticos y adicciones, son enfermedades presentes en muchas de las personas con conducta suicida.
Dolor emocional en el suicida
Pero existe algo que caracteriza a las personas que atentan contra su vida o logran acabar con ella: el dolor emocional. Existen investigaciones a nivel fisiológico que hablan de la existencia del dolor emocional, ya que los mismos mecanismos encargados de registrar el dolor físico intervienen en el emocional, aunque es un concepto poco conocido.
En ocasiones nos referimos a él con frases tales como, “Me duele el alma”, y suele aparecer ante sucesos que tienen que ver con pérdidas, el rompimiento de una relación, la muerte de un ser querido o en situaciones de acoso como el bullying –cada vez más presente en las aulas.
Si la persona no cuenta con las habilidades para manejar su dolor emocional, este lo puede llevar a desarrollar una depresión –como se habló en artículos anteriores–; si no sabe cómo canalizar positivamente sus emociones, se convierte en una persona vulnerable y no podrá afrontar el dolor emocional cuando este aparezca en su vida.
Y es que el punto principal aquí es que la persona que intenta suicidarse o se suicida, cree, de verdad, que solo de esa manera logrará acabar con ese dolor, y entra en una etapa que los expertos en salud mental llaman “visión de túnel”.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo suicida tienen que ver con el abuso o el posible acceso a medicamentos controlados, como antidepresivos o ansiolíticos, o algún tipo de drogas; también si la persona puede obtener fácilmente algún arma de fuego o punzocortante; se analiza si la persona, debido a su entorno, puede contar con los medios, ya sea alguna cuerda o soga que pueda utilizar, para llevar a cabo un intento de suicidio o su consumación.
Otros factores importantes a considerar son los de riesgo psicológico, que tienen que ver con el sentimiento de desesperanza de la persona que desea acabar con su vida; es decir, la persona cree que nada mejorará en su vida; suele presentar el sentimiento de ser una carga para sus familiares y amigos, y llega a la conclusión de que sus seres queridos estarán mejor sin él o ella.
La vida social se altera, no tienen relaciones sanas o satisfactorias con los demás; aunado a esto está el dolor emocional –del que se habló al principio–, y todos son factores de riesgo para que la persona pueda sentirse vulnerable e intente suicidarse.
Ayudar a quien está en riesgo
Si tienes algún familiar que en algún momento ha presentado conductas suicidas, no dudes en acudir con los profesionales de la salud mental, un médico psiquiatra para que sea valorado, y posteriormente un psicólogo, para iniciar un proceso terapéutico y dar apoyo emocional a su círculo familiar.
O si alguien cercano a ti consumó el suicidio y te afectó emocionalmente, pide ayuda, puesto que esos eventos en la familia aumentan el riesgo suicida en algún otro familiar cercano. Recuerda que mereces ser feliz, no tienes por qué sufrir para vivir.
Cuando duele el alma: suicidio
“¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro ríe!”.
(Juan de Dios Peza)
Belén Solís Guerrero
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