El suicidio, salida equivocada

 

Preocupa, no hay duda. El suicidio no es un tema fuera de la inquietud nacional, porque desafortunadamente tiene demasiada actualidad y se convierte cada día en una de las principales causas de muerte entre jóvenes en México.

 

Tercera causa de muerte entre jóvenes

Inquieta a todos los cristianos, aunque el acto de quitarse la vida voluntariamente no deja de ser un episodio sumamente triste. Hay que recordar el quinto mandamiento, “No matarás”. Y hacerlo es un pecado grave contra la ley natural y la revelada. Es una clara violación a los designios de nuestro dador de vida, Dios, él es quien nos dio la vida y es su dueño exclusivo.

Derivado de un sinnúmero de investigaciones en psicología se ha llegado a describir el comportamiento mental del suicida; la realidad es cruda, nadie puede presumir de la certeza del por qué este comportamiento de la persona en tal situación, ninguno puede ver hacia el interior de la mente del suicida, nadie puede presumir el conocerlo, solamente nuestro Señor sabe de sus quejas. Se dice que entre el puente y el río se encuentra la misericordia de Dios. Más claro: entre el lazo con el cual se ahorcará, entre el dedo y el gatillo de la pistola, en el último momento el Señor no se olvida de los momentos de angustia, no deja solos a sus hijos en ese trance, aunque vale la pena no intentarlo, porque va contra la voluntad del Todopoderoso.

 

Problema en crecimiento

En nuestro país se llama la atención muy poco sobre este asunto. Las cifras del INEGI reportaron cinco mil 718 suicidios durante 2011, 80.8 por ciento fueron consumados por varones, solamente 19.2% por damas; desafortunadamente, las cifras en estos días se han incrementado de forma alarmante, e igualando el trágico acontecimiento las mujeres. Esta calamidad se ha convertido en un problema de salud pública. Si se revisan los diarios, tanto matutinos como vespertinos en varias ciudades del mundo, se constatará que personas de diversos niveles socioeconómicos se quitan la vida a diario. Algunos investigadores a los cuales he seguido de cerca en los resultados de sus indagaciones se van tal vez al extremo al afirmar que los suicidios producen más decesos que las guerras, desastres u homicidios.

Está la sociedad cristiana ante una situación lamentable con tintes terribles, nadie escapa a ella, está presente y alarma; aunque se estudia a fondo no se llega a determinar con certeza su origen, el dolor que provoca el fenómeno tiene a las comunidades contra la pared, víctimas de la tristeza. Surge de la angustia del ejecutante y el dolor a sus seres cercanos. Es un asunto con origen en la desesperación, y en ese plano deja a los que padecen la pérdida. Es sumamente importante considerar esto cuando se piensa en arrebatarse la existencia física.

 

Conservar la vida

La ausencia de valores, el desajuste social producto de la inexistencia de estos va en incremento, la juventud es la presa fácil del comportamiento descrito; por ello, es necesario que la familia retome su responsabilidad y borre de la mente de los muchachos cualquier intento, regresar y recobrar la palabra del Señor: “Cada cual es responsable de su vida delante de Dios que se la ha dado. Él sigue siendo su soberano dueño. Nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y a conservarla para su honor y para la salvación de nuestras almas. Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de ella” (CIC, n. 2280).

 

“La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida” (CIC, n. 2283).

 

Mtro. Luis Ignacio Zúñiga Bobadilla

 

 

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