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El Proceso Juvenil Vocacional: Una herramienta de la Pastoral Vocacional - Diócesis de Tepic A.R.

El Proceso Juvenil Vocacional: Una herramienta de la Pastoral Vocacional

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No es lo mismo vocación que Pastoral Vocacional. La primera es el diálogo interno Dios–hombre; en tanto que la segunda es la acción de la Iglesia para procurar que maduren las vocaciones y lleguen hasta la opción específica. Hay que tener en cuenta que no habrá Pastoral Vocacional sino dentro de una Pastoral de Conjunto. “Hay que dar a la Pastoral Vocacional el puesto prioritario que tiene en la Pastoral de Conjunto, y más en concreto en la Pastoral Juvenil y Familiar” (Puebla, 885). Sería absurdo una Pastoral Vocacional sin Pastoral Juvenil, sería como querer recoger el fruto sin haber sembrado. Toda Pastoral Juvenil debe tener un sentido “vocacional”: a partir de la evangelización hasta la opción apostólica. Y toda Pastoral Juvenil debe desembocar en una Pastoral “específica”: encaminar a los que han llegado hasta la opción apostólica hacia opciones específicas en la Iglesia. “El periodo juvenil es periodo privilegiado, aunque no único, para la opción vocacional. Por ello, toda Pastoral Juvenil debe ser, al mismo tiempo, Pastoral Vocacional” (Juan Pablo II).

El Proceso Juvenil Vocacional (PJV)
La Comisión Diocesana de Pastoral Vocacional hace un esfuerzo por organizar, planear y realizar el Proceso Vocacional, que es uno de los muchos medios o herramientas mediante el cual se lleva al joven al encuentro con Jesús de manera progresiva, partiendo de su ser hasta llegar a responder a lo que está llamado a ser y hacer:
•    Proceso: Es una experiencia gradual, que no termina con la quinta etapa. Concluye el medio, pero no el crecimiento.

  • Juvenil: Los agentes y destinatarios son cien por ciento los jóvenes.
  • Vocacional: El fin es llevar al joven al encuentro con Cristo para que responda al llamado desde su realidad.Esencia y razón del PJV
    “Que desde una acción evangelizadora el joven logre vivir su Proceso Juvenil Vocacional a partir de su vocación humana, del encuentro existencial con Jesucristo y de la toma de conciencia eclesial en vista a su opción por el Reino de Dios aquí y ahora”. Evangelizar significa llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro y renovar a la misma humanidad. Llevar al joven a descubrir a Jesucristo vivo y resucitado en su vida, en su familia, en su realidad, y a tomar conciencia de que forma parte de la familia de Dios, de que tiene un lugar y una misión en la Iglesia de Jesucristo.

El PJV y sus partes
Consta de cinco etapas: todas son de fin de semana. En las dos primeras se trabaja la dimensión humana y la historia personal. La tercera se realiza en la Semana Santa, y su objetivo central es el encuentro existencial con Jesucristo a través de la vivencia de la Semana Santa en una comunidad, su misma realidad, hacer un pequeño apostolado. La cuarta es cien por ciento vocacional, y se reflexiona sobre las vocaciones específicas. Por último, en la quinta se aborda el papel del joven dentro de la Iglesia y el mundo.

La mística está al alcance de todos
El término “mística” se deriva del adjetivo latino “mysticus”, tomado a su vez del griego “místycós”, que hace referencia a los misterios religiosos ligada a la práctica interior de algunos santos. La persona humana es un ser llamado a la relación íntima con Dios. No pensemos que la mística sólo se refiere a hechos y manifestaciones extraordinarios, que están al alcance de unos pocos. La mística habla de la apertura del hombre a Dios en fe, en amor, en esperanza… Es decir, darme cuenta de que soy importante para Dios y que, por lo tanto, Él quiere mi transformación, que yo llegue a ser lo que Él quiere desde el principio de todo lo creado. La mística es aquello que da sentido a mi vida y mi acción, es decir, aquello que da respuesta a mi ser como persona en el mundo. La mística se experimenta, determina mi forma de vivir y de ser.

Encontrarse a sí mismo, encontrarse con Jesús
El proceso quiere ver al hombre como un ser trascendente, como un ser vocacionado (llamado); y con esto podemos afirmar que la persona es “vocación”. No podemos negar que somos seres llamados por Dios. El hombre escucha este llamado con todo su ser, cuerpo y alma, porque el hombre es un ser encarnado.

El proceso ayuda a la persona a encontrarse consigo misma, sin tapujos, sin máscaras; a descubrir el yo original que es desde Dios, a una continua “conversión”. Nadie puede ser cristiano sin “conversión”, que no es solamente volver sobre sí, sino redescubrir a Dios presente en nosotros. Quien se encuentra a sí mismo encuentra a Dios en su vida. Vivir al estilo de vida de Jesús. Jesucristo al centro de todo. Vivir como Jesús nos coloca frente a una misión: hacer presente el reino de Dios.
¿La juventud no es, acaso, la edad de la “vocación”? La Iglesia hace opción por los jóvenes. Por ello, el proceso es para que los jóvenes tomen conciencia de su ser y de su llamado. Dios toca a las personas y  éstas tienen que ir descubriendo su propio misterio en Él.

Promotores en la diócesis
Se cuenta con un número aproximado de 113 promotores vocacionales, distribuidos de la siguiente manera:
•    Zona Centro: 45 personas –30 laicos, 10 religiosas, 1 religioso, 3 seminaristas y un sacerdote–.
•    Zona Sur: 21 personas –15 laicos, 3 religiosas, 2 seminaristas y un sacerdote–.
•    Zona Jalisco: 23 personas –16 laicos, 1 religiosa, 4 seminaristas y dos sacerdotes–.
•    Zona Costa Alegre: 24 personas –18 laicos, 2 religiosas, 3 seminaristas y un sacerdote–.
•    Zona Costa de Oro: Aun no cuenta con un equipo.
En este año 2009 iniciaron la experiencia del PJV en su primera etapa: 46 jóvenes en Mascota y 102 en Puerto Vallarta, Jal; 31 en Ixtlán del Río y 138 en Tepic, Nay. En total: 317 jóvenes.

Miguel Ángel Aguirre Torres

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