“¡Yo soy priista, pero ahora no votaré por el PRI!” “¡Yo no soy panista, ni mucho menos perredista, pero votaré por su candidato, porque es necesario un cambio!” “¡Yo no votaré, todos son iguales!” “¡Mi familia y yo siempre hemos sido priistas y votaremos por su candidato!” Estas son las frases que más se escucharon durante las pasadas elecciones donde se debía renovar el Congreso local y 20 presidencias municipales en Nayarit, y fueron las razones ocultas en estas declaraciones las que determinaron los resultados que padeceremos o disfrutaremos en unos días, según la gestión de cada uno de los representantes elegidos.
Alto abstencionismo
Y es que hubo la tendencia de diversos actores políticos, sociales y económicos de difundir en los medios de comunicación que las elecciones habían transcurrido sin contratiempos, conforme a la ley, y los nayaritas en su inmensa mayoría quedamos con un sabor de boca agradable: el que la voz de la gente había sido escuchada.
Sin embargo, entremos en conciencia de que tan solo 58.72% de los electores acudió a las urnas a votar, teniendo un abstencionismo de 41.28%, lo que resultó que de las 20 presidencias municipales que estaban en juego el PRI tan solo perdió cuatro: Ahuacatlán, Tepic y Xalisco, quedando ganador el PAN, y en San Blas, Layin, un candidato independiente, que tras reconocer su pequeño robo resultó electo. Y en cuanto a la elección de diputados locales, el PRI ganó 14 de los 18 distritos. Sobre las regidurías, este mismo partido obtuvo 80; el PAN 28, PRD 15, PT 5, el partido local PRS 2, Movimiento Ciudadano 3 y una para candidatos independientes.
Dudemos por un rato, los invito a tener malos pensamientos por un momento, los resultados de esta elección, nos deben llevar a cuestionar lo siguiente ¿si bien Nayarit necesita un cambio, el cambio lo asegurará un candidato? ¿Sí todos los políticos son rateros, a lo único que podemos aspirar es que sean sinceros? ¿Votar por un partido argumentando identidad y lealtad aunque el partido de muestras de alejarse de las necesidades sociales, es de ciudadanos conscientes?
No, la respuesta es no, las elecciones recientes ratifican que en nuestro estado prevalecen las prácticas autoritarias y clientelares que alteran la voluntad y necesidades ciudadanas; que los altos grados de corrupción y de pobreza orillan a un ciudadano a recibir desde una despensa, tinaco o promesa de trabajo por su voto; se hizo evidente que el nepotismo impide que llegue el mejor y no el hijo, sobrino, cuñado, amigo o miembro de la familia tal a ser candidato; las elecciones recientes dejan ver que la inseguridad reinante en nuestro estado amedrenta a algunos ciudadanos a ejercer sus derechos electorales y que la incapacidad de los partidos políticos por recuperar la confianza de los ciudadanos han conducido al abstencionismo político; y del hecho de seguir teniendo un pensamiento mesiánico de la política.
Pensarnos como verdaderos ciudadanos
Y es que nos seguimos pensando y concibiendo como votantes cuya única responsabilidad y derecho es emitir un voto y delegar la responsabilidad de conducir a nuestro país, y concebimos a los candidatos como los futuros señores presidentes municipales, futuros señores diputados, futuros regidores de quienes solo nos queda hacernos acreedores de su inmensa bondad y seguir los caminos trazados por su amplia inteligencia y conocimiento de las necesidades de los nayaritas.
El análisis de las pasadas elecciones nos muestra un problema central: no nos reconocemos como ciudadanos, no somos gente, no somos votantes, no somos consumidores de bienes y servicios producidos por los políticos, somos ciudadanos. En el Informe 2014 Sobre la calidad de la ciudadanía en México, se refiere que la ciudadanía se materializa en la participación y en la influencia permanentes, lo cual se debe traducir forzosamente en la exigencia de la rendición de cuentas de los ciudadanos a sus representantes populares y servidores públicos.
El saber, creer y pensarnos como ciudadanos transformaría la relación ciudadano-representante y nos llevaría a establecer controles democráticos no electorales en los periodos entre cada elección.
Este es el principal reto que tenemos los nayaritas para consolidar la democracia en nuestro estado, democracia que lleve efectivamente a que gocemos de un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural de nuestro pueblo. Para lograrlo, los ciudadanos debemos organizarnos fuera de los partidos políticos para ser un contrapeso que denuncie abusos, desvíos, omisiones y sobre todo exija a sus “gobernantes que propongan e implementen soluciones a los problemas que nos aquejan”; implica no sentarnos a esperar a que las soluciones vengan de los funcionarios y políticos, porque la memoria histórica nos hace recordar que las decisiones de los políticos se han alejado de nuestra voluntad y necesidad.
Vigilar a los que llegan al poder
Dejemos de aplaudir el circo, dejemos de tragar el pan que no nos alimenta, dejemos de consumir los bienes y servicios de mala calidad y ajenos a nuestras necesidades. Y reconozcamos, por el contrario, el poder de las instituciones y hagámoslas y sintámoslas nuestras, dejemos de aceptar dadivas o limosnas y exijamos nuestros derechos. Y es que una realidad es que el candidato y el servidor público no son quienes nos dan u otorgan un bien, servicio o caridad, son nuestros propios recursos, somos nosotros mismos a través de las instituciones, del poder de nuestro Estado y de nuestras leyes, que se satisfacen las necesidades sociales.
Ya hemos elegido a nuestros representantes y funcionarios públicos, pero la tarea no está concluida, seamos responsables de lo elegido, exigiendo, vigilando y orientando sus decisiones, para que sean expresión de la voluntad política de los nayaritas.
Solo la intervención de los ciudadanos en las actividades públicas impedirá que los funcionarios sigan cometiendo los mismos errores y se construyan por fin las soluciones a los problemas que nos aquejan.
Lic. Guadalupe García Azpeitia
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Comentarios a la autora: (azpeitia17@hotmail.com)