Entrevista con Núria CalduchBenages, catedrática de Biblia
El perfume del Evangelio es un nuevo libro que presenta encuentros entre Jesús y algunas mujeres, cuya característica es la fragancia. La autora es Núria CalduchBenages, nacida en Barcelona en 1957; es Misionera Hija de la Sagrada Familia de Nazaret, colabora con la Federación Bíblica Católica (FBC) y con varias entidades de Biblia y Teología, y además es profesora de Antiguo Testamento en la Pontificia Universidad Gregoriana.
¿Cuál es el perfume del Evangelio?
El perfume del Evangelio no es otro sino el de Cristo Jesús: aquél que emana de sus palabras, gestos y obras; un perfume de nardo, puro, muy costoso –dirá el cuarto evangelista–, cuya fragancia llenó toda la casa de Betania, donde se encontraba Jesús cenando con sus amigos, María, Marta y Lázaro.
Ver la palabra «perfume» en la solapa de un libro nos remite al «Perfume» de Süskind. ¿Tiene algo qué ver su libro con ese best-seller?
Ahora bien, mi libro no tiene nada que ver con esta novela de intriga, pero ¡ojalá fuera también un best-seller como aquél! El perfume del Evangelio presenta varios encuentros de Jesús con las mujeres, algunos de los cuales se caracterizan por la presencia del perfume. Un elemento lleno de connotaciones y rico de significado simbólico que, según los contextos, permite diversas interpretaciones.
Entonces, ¿qué sucede cuando Jesús se encuentra con mujeres?
Nada extraño y a la vez excepcional, pues todos los encuentros de Jesús nacen de su amor gratuito que se manifiesta en su preferencia por los pobres, los pequeños y los marginados de la sociedad.
Jesús encuentra, en el texto, a una israelita impura a causa de sus continuas hemorragias, una cananea de cultura griega, una pecadora pública y muchas otras discípulas que, con tal de seguirlo, no han tenido miedo de infringir el sistema androcéntrico que dominaba la sociedad de Israel del primer siglo.
Jesús se declara abiertamente en favor de todas estas mujeres y, haciéndose solidario con su dolor, físico o espiritual, genera de su interior una nueva corriente de humanidad.
El perfume normalmente embriaga y seduce. La fragancia del Evangelio ¿qué carga simbólica tiene?
El perfume es un líquido refinado para ocasiones extraordinarias, excepcionales. No se usa como el agua, por ejemplo. El perfume es delicado y costoso. Recordemos el perfume de nardo puro que llenó la casa de María de Betania con su fragancia (Jn 12, 3), o el que vertió la pecadora sobre los pies de Jesús en casa de Simón el fariseo (Lc 7, 37-38). El perfume simboliza el triunfo del amor.
Su libro, como tantos volúmenes, reserva un final muy interesante, en el que esboza la figura de Jesús como «sabiduría de Dios». ¿Qué quiere decir, y qué tiene que ver la sabiduría de Jesús con las mujeres?
La figura de Jesús, sabiduría de Dios, parece adecuada para nuestro mundo agitado, pero también es un contrapunto crítico. Sus obras siguen siendo las obras que nuestro mundo necesita: los ciegos ven, los cojos andan, los muertos resucitan… y la invitación es el uso de un lenguaje que todo ser humano de hoy puede entender.
La conciencia de la vida es un rasgo que todas las personas necesitamos, para saber que la vida no nos vive, sino que somos nosotros quienes la vivimos… Pero también es cierto que necesitamos del silencio de vez en cuando y, sobre todo, necesitamos valorar la huella que deja el tiempo, porque con ella va, pequeña o grande, toda la sabiduría atesorada y heredada.
Jesús se expande más allá del conocimiento y la información. Invita a poner la vida entera y no sólo nuestro cerebro; la emoción y los afectos, y no sólo nuestra racionalidad; el cuerpo y no sólo el alma, a quedar impregnadas de su perfume y de sus dones.
Miriam Díez Bosch