El otro rostro de Vallarta

Cuando se habla de Puerto Vallarta, de inmediato nos vienen a la mente imágenes de playas, barcos, malecón, hoteles, torres de elegantes condominios, bares, restaurantes, y últimamente modernos centros comerciales; cuando se habla de Vallarta salta a la vista la franja turística que bordea la Bahía de Banderas, que va desde Punta de Mita, Nayarit, hasta Yelapa, Jalisco.

Este es el rostro conocido, explotado y comercializado; el rostro que los medios de comunicación presentan de nuestro puerto.

La cara sufriente de la moneda
Pero el otro rostro de Puerto Vallarta es poco conocido, es el rostro de nuestras colonias populares, la periferia de la ciudad, donde viven la mayoría de los trabajadores–servidores del turismo: meseros, camaristas, jardineros, recepcionistas, vendedores de la playa, etcétera.
Este es el rostro poco atractivo al que los medios no les importa mostrar, es el otro rostro de Vallarta que no conviene que sea conocido por el turismo, ya sea nacional o extranjero. En estas zonas de la turística ciudad el desarrollo urbano y obra pública avanza muy lento, hay calles poco transitables, servicios públicos a medias, y la mayoría de las propiedades son ejidales, donde cada quien tiene que adaptarse a inhalar polvo durante el día.
Es el rostro de los pueblos originarios (indígenas) que han inmigrado en busca de una mejor calidad de vida: seis mil de ellos viven en estas colonias, proceden de distintos grupos étnicos y de distintas regiones de nuestro país, y en su mayoría son trabajadores de la playa y están al servicio del turismo.

En tierra árida crece ya el vergel
En estas colonias, en los años 2006 y 20007 se han erigido cinco nuevas parroquias. A un grupo de once colonias populares, con sede en Joyas del Pedregal, el 4 de septiembre de 2006, Mons. Alfonso H. Robles Cota, erigió la Parroquia Misión de Nuestra Señora del Monte Carmelo, desmembrándola de la Parroquia de San Miguel Arcángel de la Delegación del Pitillal.
Hoy quiero presentarles el rostro de nuestra parroquia, que comporta un verdadero desafío pastoral. Porque es un gran desafío tratar de crear infraestructuras pastorales, pues no tenemos templos construidos, y nuestras capillas, para ser precisos seis, son estructuras de acero con lámina galvanizada, incluyendo la sede parroquial. No tenemos casa sacerdotal propia, el crecimiento poblacional es muy acelerado, son comunidades pluriculturales, y con una presencia de las iglesias protestantes cada vez más activa.

Las asignaturas más apremiantes
Muchas de las familias de estas colonias están desintegradas, hay numerosas madres solteras, un preocupante problema de alcoholismo y adicción a las drogas en los jóvenes, y la promiscuidad es otro asunto que preocupa. La situación de los matrimonios separados y vueltos a casar que cada vez se incrementan más, la homosexualidad en aumento, la niñez tan falta de presencia y afecto de sus padres que tienen que trabajar y poco tiempo conviven con ellos.
Desde el día de mi llegada todo ha significado un reto, que he asumido con alegría y responsabilidad; he ido descubriendo que aquí se percibe la presencia de Dios de manera mas nítida. Poco a poco se han ido creando comunidades de fe, donde se puede ir facilitando la vivencia de los valores del Reino, donde se puede ir creando conciencia de vida comunitaria, de Iglesia.

La misión, tarea y preocupación de todos
Este rostro desconocido de Vallarta, tan precario pero bello, verdadera tierra de misión, poco a poco con la llegada de la parroquia-misión ha ido despertando a una vida más organizada, pues van surgiendo conciencias lúcidas de que con la práctica evangélica se puede tener una vida más digna para todos. Las comunidades han ido provocando una conciencia de servicio, de búsqueda del bien común. A un año y seis meses se ha caminado bastante, en lo material, lo pastoral, lo social, pero todavía hay mucho por recorrer. Hay muchos signos que nos hablan de que este proyecto es de Dios, siempre ha mostrado su presencia, es cierto que hay muchos retos pendientes, pero la esperanza sigue viva.

Esperanza pese a todo
Puerto Vallarta vive un desarrollo acelerado, sin duda alguna, y la Iglesia no está respondiendo a la altura de las circunstancias, no al mismo ritmo, pues nuestra presencia es débil y son muchas las necesidades, sin embargo hay esperanza.

Pbro. José Refugio Ángel Palomera / Fotos: Sra. Chávez

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