El obispo de Tepic a sus sacerdotes: “Busquemos a la oveja perdida”

Martes Santo: Misa Crismal

 

Mons. Luis Artemio Flores Calzada presidió la Celebración Eucarística el Martes Santo en la Catedral de Tepic. Los sacerdotes renovaron las promesas hechas el día de su Ordenación sacerdotal y el Obispo de Tepic consagró los santos óleos. Destacó la presencia alegre de más de 500 jóvenes del Proceso Vocacional, provenientes de las cinco zonas pastorales de la diócesis.

Hoy celebramos el Sacerdocio

Al inicio de la Misa el obispo Luis Artemio compartió que el Martes Santo en la diócesis celebramos el Día del Sacerdocio; afirmó: “Los sacerdotes son una bendición y un regalo de Dios”. El señor obispo agradeció la presencia de más de 160 sacerdotes. “Otra gran bendición son ustedes, queridos jóvenes, que son la iglesia joven, alegre; la Iglesia que dinamiza a la misma Iglesia”, destacó el obispo, agradeciendo a los miembros de la Vida Consagrada y fieles laicos presentes en la Catedral.

Mons. Flores Calzada afirmó en su homilía: “Hoy celebramos el regalo de Cristo a la Iglesia: el sacerdocio. Y le damos gracias a Dios haber elegido a algunos y los ha consagrado como sus sacerdotes”.

A todo el pueblo de
Dios nos ha hecho un reino de sacerdotes. Desde el Bautismo nos ha escogido
para ser sus hijos amados, ya que fuimos ungidos con el santo crisma; ungidos
como sacerdotes, profetas y reyes. El sacerdocio de Cristo, por el Bautismo,
nos consagra para anunciar su palabra, para transformar el mundo y para que en
nuestro entorno habite el amor, la paz, la justicia y la fraternidad. Dios ha
hecho de nosotros un pueblo santo.

¿Para qué es el sacerdote?

Dirigiéndose a los cientos de jóvenes participantes en la tercera etapa del Proceso Vocacional, los motivó: “Y ustedes, jóvenes, van descubriendo en dónde los ocupa y los quiere Dios, para que lo hagan con alegría; y con sus capacidades colaborar en el reino de Dios”.

“Hermanos sacerdotes, ustedes son ungidos del Señor, los exhorto a que cuando los vean a ustedes reconozcan que son de la estirpe elegida de Dios, que son elegidos para ser la presencia viva de Cristo y para llevar su salvación; sepan que el Espíritu de Dios estará sobre nosotros para dar la buena noticia a los pobres, para consolar a los que están afligidos, para aliviar los sufrimientos”.

“¿Para qué es el sacerdote?”,se preguntó en voz alta el obispo; “los médicos curan, los arquitectos diseñan, los maestros enseñan,¿y qué hace el sacerdote? El sacerdote tiene la misión de Cristo, para que con la palabra de Dios cambie el corazón del hombre. Su misión es centrar los corazones en Dios para que todos nos amemos. Quitar del corazón la corrupción, la mentira, la violencia. Los sacerdotes tienen el poder de perdonar y cambiar los corazones, de comunicar la vida divina, de congregar y alimentar al pueblo de Dios”.

Buscar a la oveja perdida, ir por los alejados

Y hablándole a cada uno de los sacerdotes, les recordó: “No se te olvide aquel día que le dijiste al Señor que lo querías seguir. Si tu corazón se apartó de Dios, por el pecado o por la debilidad humana, ¡vuelve al Señor! Te invito a que no falten en tu parroquia las pastorales infantil, juvenil; atiende a las familias, que tus fieles experimenten tu consuelo y protección, que vienen de Dios. Tu has sido consagrado para una gran misión.Si alguna vez fuiste indiferente, reconócelo y no se te olvide que fuiste elegido por Cristo para consolar al que sufre. Busquemos a la oveja perdida, vayamos a los alejados. Hoy vamos a consagrar el santo crisma, todos fuimos ungidos por el Bautismo. Hermano sacerdote, donde estés despide ese perfume de Cristo, que tu corazón no se corrompa por el poder, por el dinero o por el placer.

Hermanos, pidan para que nuestros seminaristas se formen con el ideal de ser servidores de Cristo, oremos por nuestros jóvenes, para que el Señor llame a muchos a servir a Cristo en la vida sacerdotal, consagrada y familiar”.

 

Promesas sacerdotales

El Obispo de Tepic preguntó a sus sacerdotes sobre su deseo de renovar las promesas que hicieron el día de su Ordenación sacerdotal. Los invitó a unirse a Jesucristo, para que Él sea su modelo.Los exhortó a ser fieles dispensadores de los misterios de Dios por medio de la Eucaristía, y ser fieles en el oficio deenseñar a ejemplo de Cristo. Tras la renovación de las promesas sacerdotales se llevaron en procesión al altar los óleos, junto con el pan y el vino.

Después procedió a bendecir los óleos de los enfermos, de los catecúmenos y el Santo crisma.

 

Bendición de los óleos

De los enfermos

El óleo de los enfermos remedia las dolencias de alma y cuerpo de los enfermos, para que puedan soportar y vencer con fortaleza el mal, y conseguir el perdón de los pecados. No solo está indicado para los moribundos: es aconsejable también ungir a los enfermos graves o ancianos ya muy deteriorados en su salud. Lo anterior implica que puede recibirse más de una vez, si hay mejoría y posterior agravamiento.

De los catecúmenos

Se preparan y disponen para el Bautismo los mismos catecúmenos. Este óleo extiende el efecto de los exorcismos, para que los bautizandos reciban la fuerza para renunciar al diablo y al pecado, antes de que se acerquen y renazcan de la fuente de la vida.

 

Consagración del Crisma

Es bendecido y consagrado por el obispo, y se utiliza para el Sacramento del Bautismo. Con este crisma son ungidos los nuevos bautizados en la coronilla, tras el baño del agua. Son signados en la frente también los que reciben la Confirmación, para significar la donación del Espíritu. En la ordenación de presbíteros y obispos se ungen las manos de los primeros y la cabeza de los segundos. Por último, con el crisma se ungen las paredes y los altares en el rito de la consagración de iglesias.

 

 Rafael Rentería

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