La Navidad siempre es ocasión para dar regalos a las personas que amamos; en realidad, la mayor cantidad de dinero y atención la dedicamos a buscar el mejor regalo, los mejores adornos y la mejor cena. Sin embargo, ese no es el propósito de la Navidad; es más, puedo afirmar que, podrías no dar regalos y vivir esta fiesta de maravilla.
Es cierto que en esta fiesta, celebramos un nacimiento, o en nuestro tiempo el aniversario de la venida al mundo de Nuestro Salvador, y por esta razón buscamos expresar el cariño con bienes materiales, pero ¿me creerías si te contara, que existe un regalo perfecto? Pues, si, existe, pero no puedes comprarlo sino hacerlo. Ese regalo, eres tú.
Cuántas veces, nuestras palabras, actitudes o incluso ideas hieren a los demás y peor aún, alejan a las personas que amamos, convirtiéndonos para ellos en una carga o en sufrimiento. Es entonces cuando nuestros regalos materiales significan y valen poco para los demás. Es cierto que los regalos son detalles que complementan nuestras expresiones de amor, pero jamás podrán sustituir aquello que con palabras y sobre todo con obras, debo dar a los demás: amor.
¿No sabes que dar esta Navidad? Comienza por analizarte; averigua si tu familia se siente escuchada por ti; si a tus hijos, esposa o esposo, les falta tiempo de tu parte; si en tu trabajo o comunidad eres una persona amable o de confianza. Sé tú el mejor regalo de navidad; cambia tu estilo de vida, sé generoso, atento, cariñoso y comprensivo y conviértete en una persona que aporta alegría y paz a la vida de los demás. Si haces esto, entonces tus obsequios materiales, aunque sean pequeños, tendrán un valor incalculable y perdurable; serán un verdadero tesoro para los demás.