El llamado de Dios

Raymundo Gordian Ángel, de 28 años de edad, es nativo de lo de Marcos Nayarit. Raymundo, un joven que se dedica a la venta de películas, cuenta en qué momento, de manera sorprendente, el Señor Jesús transformó su vida. En ese tiempo sólo se acercaba a las parroquias a hacer negocios, pues vendía películas al mayoreo, sin imaginar lo que Jesús le tenía preparado.

Cómo Dios tomó mi vida

“Recuerdo que estaba tranquilo, enfocado en mi trabajo, durante las fiestas patronales; convivía con mis amigos y sobre todo con mi novia. En esos tiempos me dedicaba únicamente a la venta de películas por mayoreo, entre las cuales estaba, por cierto, “La Pasión de Cristo”. Comencé haciendo visitas a todos los templos de Puerto Vallarta, con la intención de iniciar la venta al mayoreo. En una de ésas, fui a la Parroquia de la Aurora, donde encontré a un amigo predicador que me invitó a un retiro que por esas fechas se iba a realizar; acepté, pues nunca había asistido a uno y, además, me dijo que podría vender películas a los asistentes.
Ya en el retiro, el sábado por la mañana escuché el primer tema y los siguientes, que siendo honesto no me parecieron interesantes. Y entonces me puse a pensar en qué momento les voy a vender las películas, pues, debo confesarlo, eso me había convencido para asistir. Tenía números en mi cabeza más que estar viviendo una experiencia con Dios; en lo más profundo pensaba: en este lugar están hablando de Dios, cómo llegué a imaginar que iba a hacer ventas, me dio pena. Concluí entonces: a ver qué le invento a mi patrón.  Transcurrieron los dos días del retiro y al final el predicador que me había invitado me preguntó cómo me había sentido, y por no ser descortés le dije que bien, cuando en realidad para mí todo seguía igual.

Me invitaron a que siguiera asistiendo a los crecimientos, los cuales se darían los sábados por la noche, de nuevo acepté; sin embrago, sabía que era el día en que salía con mi novia o con mis amigos, y en el fondo realmente no quería asistir”.
Dios empieza a actuar en mí
“Y es que seguir un crecimiento me dio curiosidad. Creo que ya había una unión con Dios, quien me llevó a escuchar ese primer tema y lo que en dos días no pude hacer, lo hice ese día: encontrarme con Él. Ese primer  tema movió mi corazón, me impactó tanto que comencé a organizar mis tiempos para seguir asistiendo los sábados, hasta que al tercero llegué a la conclusión de que ya era un poco mayor que los demás, tenía entre 22 y 23 años y distinguía bien lo malo de lo bueno.

Decidí seguir el camino de Cristo, lo cual me trajo consecuencias humanamente agradables y desagradables. De las segundas resalto la incomprensión de mi novia, con quien platiqué pero decidió dejarme: al no entender la razón de mi comportamiento, acudió con una persona que supuestamente lee las cartas, que le dijo: “él no es para ti, es sólo un ángel que te protege”.

Después de tres meses, experimentando una fuerte conversión, comencé a sentir la necesidad de que otras personas conocieran la experiencia que había tenido, aunque en realidad no era yo un experto en el conocimiento de Dios. Tenía tres meses de enseñanza, que no eran suficientes como para evangelizar a alguien; pero dentro mi interior había un fervor que me empujaba a visitar pequeños ranchos cercanos y llevarles mi experiencia con Jesús; aunque no sabía qué decirles, tenía claro que había que hablarles de Él”.

Mi primera caída
“En el mes de diciembre acudí a una fiesta y tomé algunas cervezas. Todos los días hacía oración mañana y tarde, asistía a la Eucaristía; por ese tiempo vivía en el cuarto piso de uno de los edificios de la colonia Aurora, desde donde, al levantarme, contemplaba a Dios, lo saludaba; pero al día siguiente de la fiesta no pude hacerlo, y desde la cama le decía “Señor, te he fallado”. Había algo en mí que no me dejaba estar tranquilo, así transcurrió el día y me reconcilié con Dios, desde ahí tome fuerzas nuevamente y volví a seguir sus pasos.

En enero decidí ir cada fin de semana con mis familiares y amigos que residían en el pueblo de “Lo de Marcos”, nada más a convivir. Pero fueron creciendo mis ganas por estar más tiempo con ellos. Recuerdo que platicábamos mucho, se sentía que el espíritu habitaba en nosotros; mas en algunas ocasiones teníamos dificultades como todo mundo, porque cada quien quería defender sus creencias. No fue tan sencillo evangelizar a mi familia.

Hubo una vez en que uno de mis hermanos mayores me dijo: “¿Qué me vas a venir a decir a mí, si sudé para que pudieras comer”; y no es que fuera malo, pero yo quería que fuera mas allá y tuviera un conocimiento más pleno de la verdad, a fin de iniciar un seguimiento de Jesús.

Así fue como empezó mi misión: primero mi madre, mis hermanos y hermanas, sobrinos, cuñados, en todos fue actuando el Espíritu Santo. Los sábados y domingos después de Misa íbamos a desayunar, orábamos, platicábamos y después visitábamos enfermos; todas nuestras actividades se las entregábamos al Señor. Más personas se nos unieron, algunas con caras largas y otras contentas, pero poco a poco fuimos contagiando a más y más con nuestra felicidad”.

Crece el número de seguidores
“Transcurrido poco más de un año, ya no éramos ni cinco ni doce, sino más de 35 los que salíamos a las calles  a visitar enfermos, a llevar la Buena Nueva como testimonio familiar. Algunos se han ido quedando en el camino, pero los pocos que continuamos, seguimos avanzando contra la corriente, porque Dios sigue manifestando su poder en nosotros mediante la oración y trayendo a aquellos que tienen hambre de la verdad, asistiendo a la Eucaristía, confesándose, casándose, aprendiendo a vivir como el Señor Jesús quiere.

En la actualidad soy un laico de tiempo completo al servicio de Dios; precisamente en este mes cumplo seis años sirviendo, y estoy muy contento sabiendo que no siempre ha habido “cucharaditas de mieles”, pero creo que lo más grandioso es que Dios me haya contemplado dentro de su plan. No me cabe en la mente, como dice el Salmo 8, “¿quién es el hombre en realidad para que Dios se acuerde de nosotros? ¿Quién soy yo para que Él se haya fijado en mí?”. ¿Quién es el hombre para que Él cuide tus pasos de día y de noche, para que te custodie y esté al pendiente? Él es Dios, pero quién eres tú para que ponga la atención en ti, qué grande e infinito es su amor”. Eso lo he meditado todos los días y no me cabe en la mente, ni en el corazón, pero me siento dichoso del llamado que el Señor me hace y quiero seguirle respondiendo”.

Testimonio de la evangelización de Ray
“Mi nombre es Teófilo. Actualmente soy profesor y radico en el pueblo de Lo de Marcos, Nayarit. Hace tiempo había sentido el llamado de Dios; sin embargo, hice caso omiso y no me entregué completamente. Sólo veía a Ray y lo escuchaba; creo que fue por medio de él que Dios quiso reanimar mi fe. Antes de servirle completamente, los domingos asistía a Misa y me sentaba a la mitad de la fila, junto con mi esposa y familia, pero sólo iba a contemplar todo a mi alrededor, sin escuchar de verdad la Palabra de Dios.

En cierta ocasión sentí ganas de sentarme adelante, y empecé a contemplar todo nuevamente, pero ahora veía las cosas con más vida y color, no comprendía lo que sucedía. Un día mi mujer me preguntó: “¿por qué razón ahora te sientas adelante?”. Le contesté que no tenía ni la menor idea, que lo único que sentía era que algo me decía que debía hacerlo así.

Un día observé que el sacerdote llegó apurado para preparar la Misa y no había nadie quien le prestara ayuda de tiempo completo. Se lo comenté a mi esposa, le dije que quería ayudarle al sacerdote, y viendo la necesidad me enseñe a arreglar las cosas necesarias para la celebración de la Eucaristía y comencé a servir. En ese servicio le entregué todo al Señor Jesús, no me importó nada, lo hice para gloria de Dios, y ya llevo cuatro años de servicio en la fe.

No viví un retiro para encontrarme con Dios como la mayoría de las personas, lo encontré aquí, en su casa, por medio de la oración y la Eucaristía; sí he asistido a retiros últimamente para reforzar mi fe. Estoy convencido de que Jesús me tiene donde quiere y donde más me necesita“.

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Jovani Hernández Rangel / Lucero Joya Jiménez

Comentarios al autor  ( jhr_85@hotmail.com )

 

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