Ahora que estamos en el mes en el que se conmemora el Día de Muertos, el día en que recordamos a los que ya no están con nosotros en nuestras vidas, es un buen momento para hablar del duelo, término que hace referencia al proceso de aceptación ante una pérdida.
Superar la tristeza
Este proceso se vive de manera personal, cada quien puede experimentar diversas emociones ante la pérdida, y no necesariamente está relacionada con la muerte, pues también se experimentan emociones ligadas con el duelo cuando se termina una relación de pareja –noviazgo o matrimonio–, al cambiar de casa o de trabajo, al mudarse a otra ciudad; depende del grado de apego que se haya establecido con el lugar, objeto o persona así será el dolor o tristeza que manifestarás al presentar tu duelo.
En el duelo también se suelen manifestar síntomas físicos como pérdida de apetito, insomnio, síntomas hipocondriacos, entre otros, y su intensidad depende de la personalidad de cada persona y de las circunstancias en las que se ha dado la pérdida o la muerte.
Conocer las emociones
Desde tiempo atrás el ser humano necesita realizar rituales de despedida cuando se enfrenta a una pérdida humana; dichos rituales dependen de la cultura en la que se encuentre, por ejemplo para el católico sabemos que la Eucaristía y el rezo del novenario después de la muerte de algún familiar o una persona importante para nosotros nos ayudan a darnos cuenta de la ausencia de la persona que ha fallecido, y de lo importante que fueron para nosotros al experimentar dolor, tristeza, ansiedad o culpa, emociones que suelen presentarse ante cualquier pérdida.
Según el doctor Jorge Bucay, los duelos son experiencias imprescindibles y forman parte de nuestro crecimiento. Ninguna de las sensaciones asociadas con la tristeza es anormal, ninguna vivencia constituye en sí misma parte de una enfermedad, ninguna es una amenaza a nuestra integridad.
En artículos anteriores hablé específicamente de la tristeza, de la manera en que le huimos y no la aceptamos y aprendemos de ella. La tristeza es una emoción que está presente en cualquier proceso de duelo, y es natural y sano su aparición. La clave para afrontar un duelo con éxito es precisamente hacernos conscientes de las emociones que sentimos y las dejamos fluir, sin huir de ellas. Cada duelo, cada pérdida en sí lleva un aprendizaje implícito; sin embargo, la gran verdad es que como sociedad no estamos educados para tratar con nuestras emociones, por eso nos desconocemos, no sabemos qué hacer cuando aparecen y como consecuencia, enferma nuestro cuerpo, e incluso puede aparecer un trastorno depresivo o algún trastorno de ansiedad.
Aceptar una muerte, pasos
El proceso de aceptación de una muerte lleva varias etapas según la doctora Elisabeth Kubler Ross, quien las categoriza en cinco:
- Negación: la sensación de incredulidad, no creemos lo que está sucediendo o va a suceder.
- Ira: esta emoción se manifiesta de múltiples formas: contra los “causantes” de la muerte o aquellos que dejaron de hacer algo para prevenir la muerte. Hay que entender que este es un sentimiento básico y necesario de experimentar; jamás negar sino aceptar, compartir y canalizar.
- Negociación: incluye pensamientos en el doliente como “Si le hubiera dicho tal o cual cosa”, “Si pudiera volver a verlo”; sin embargo, todo proceso de duelo es en sí una negociación, no solamente se limita a esta etapa.
- Depresión: se manifiesta a través de una sensación de vacío, de tristeza cuando vemos que la pérdida es real y no hay nada que hacer; te sientes triste y trasladas esta sensación a todas las áreas de tu vida.
- Aceptación: de los cambios que trae esta experiencia, o los rechazamos. Aceptar no significa sentirse bien, sino asumir que la vida está llena de cambios y pérdidas, y que hay que aprender de dichas experiencias.
Si tienes dificultad para lograr eso pide ayuda, asume tu realidad y aprende a vivir con ella.
Belén Solís Guerrero
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