El discernimiento vocacional

El discernimiento vocacional

Garantía de un verdadero encuentro con Dios y con nosotros mismos

Discernir y ayudar a discernir la vocación de los jóvenes constituye una de las tareas primordiales de la Pastoral Vocacional. Más que una tarea es un ministerio de toda la Iglesia, un servicio en favor de aquellos que desean tomar su vida muy en serio ante las preguntas fundamentales acerca de la vida y su sentido último.
Una labor poco conocida y poco ejercitada de manera explícita en el quehacer cotidiano del hombre contemporáneo es el discernimiento, camino por antonomasia para descubrir y abrazar la voluntad de Dios. La toma de cualquier decisión está precedida del ejercicio del discernimiento. Cuando se trata de elecciones de vida, cuando se encuentra ante la paradoja que le suscita el saber si aquello que le apasiona es expresión de la voluntad de Dios o, por el contrario, expresión de sus intereses personales, entonces se vuelve necesario el discernimiento vocacional.

Un itinerario hacia la plena realización en siete pasos

Oración 
“Señor, ¿qué quieres que haga?” (Hch 22, 10)

La vocación no es algo que tú inventas; es algo que encuentras. No es el plan que tú tienes para tu vida, sino el proyecto de amistad que Jesús te propone y te invita a realizar. No es principalmente una decisión que tú tomas, sino una llamada a la que respondes. Ante tus inquietudes vocacionales dialoga con Jesús, sólo mediante la oración podrás encontrar lo que Dios quiere de ti. En la oración el Espíritu Santo afinará tu oído para que puedas escuchar.

Percepción
“Había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos y aun¬que yo hacía esfuerzos por ahogarlo, no podía” (Jr 20, 9)

Para descubrir lo que Dios quiere de ti tienes que escuchar, mirar y experimentar. Para esto necesitas hacer silencio interior y exterior; el ruido te impide percibir.
Está atento a lo que se mueve en tu interior: tus de¬seos, miedos, pensamientos, fantasías, inquietudes, proyectos. Escucha tanto a los que aprueban tu inquietud como a los que la critican. Escucha tu corazón: ¿qué es lo que anhelas? Aprende a mirar a los hombres que te rodean: ¿qué te está diciendo Jesús a través de su pobreza, su ignorancia, su dolor, sus desesperanzas, su necesidad de Dios?
Mira tu historia: ¿por cuál camino te ha llevado Dios? ¿Cuáles han sido los acontecimientos más importantes de tu vida?, ¿de qué manera el Señor estuvo presente o ausente en ellos? ¿Qué personas concretas han sido significativas para ti?, ¿por qué? Contempla el futuro: ¿qué experimentas al pensar en la posibilidad de consagrar tu vida a Dios? Tienes sólo una vida, ¿a qué quieres dedicarla?

Información
“Observen cómo es el país y sus habitantes, si son fuertes o débiles, escasos o numerosos; cómo es la tierra, buena o mala; cómo son las ciudades que habitan, de tiendas o amuralladas; cómo es la tierra fértil o estéril; con vegetación o sin ella”. (Nm 13, 18-20)

Los caminos para realizar la vocación consagrada son múltiples. No basta con querer entregar tu vida a Dios y desear dedicarte al servicio de tus hermanos, es necesario saber dónde quiere Dios que tú lo sirvas.
Para descubrir tu lugar en la Iglesia es conveniente que conozcas las diversas vocaciones: investiga, pregunta, entra en una actitud de búsqueda.
Al dar este paso podrás decir: “me atrae la espiritualidad, el estilo de vida y el apostolado de esta congregación. Posiblemente Dios me está llamando a ingresar al noviciado o al Seminario”.

Reflexión
“Si uno de ustedes quiere construir una torre, ¿no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: “Este comenzó a edificar y no pudo terminar” (Lc 14, 28-30)

La vocación es una empresa demasiado grande, ¡y es para toda la vida! Por eso no te puedes lanzar sin antes haber reflexionado seriamente sobre ti y sobre la vida que pretendes abrazar.
Descubre cuáles son tus capacidades y limitaciones. Dios te pide que te comprometas responsablemente en el discernimiento de su voluntad. Quiere que utilices tu inteligencia para buscar tu vocación. Con la luz del Espíritu Santo podrás descubrir lo que el Señor quiere de ti. No pienses que llegarás a tener certeza absoluta de lo que Dios quiere de ti: algo así como tener un contrato firmado por Él, en el que te revelara su voluntad. Lo que encontrarás, en cambio, serán signos que indican cuál podría ser el proyecto de amistad que tiene para ti.

Decisión
“Te seguiré vayas a donde vayas” (Lc 9, 57)

Habiendo descubierto lo que Dios quiere de ti, decídete a seguirlo. Tomar tal decisión es difícil. Sentirás miedo. Tus limitaciones te parecerán montañas: “¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho” (Jr 1, 6). Sin embargo, a pesar de tus limitaciones -o mejor, con todas ellas-, responde como Isaías: “Aquí estoy, Señor, envíame” (Is 6, 8). Decir el “sí” con el cual comprometes toda tu vida es una gracia. Pídele al Espíritu Santo que te dé esa capacidad de respuesta. No afrontar la decisión equivale a desperdiciar tu vida.
Al dar este paso podrás decir: “quiero consagrar mi vida a Dios en el servicio de mis hermanos”. “Quiero ingresar en esta congregación religiosa”. “Quiero ser sacerdote”.

Acción
“Jesús los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron” (Mt 4, 21-22)

Una vez tomada la decisión, ¡lánzate! No te dejes vencer por el miedo; lánzate sin temor. Pon todos los medios que estén a tu alcance para realizar lo que has decidido. No cedas a la tentación de diferir tu ingreso a una casa de formación: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero…” (Lc 9, 61). Con tu decisión has comprometido todos los momentos posteriores; en el futuro busca cómo ser fiel. La única manera de realizar el proyecto de Dios es la fidelidad de cada día. Vive todo momento en coherencia con lo que has decidido; dirige cada paso hacia la meta.

Dirección espiritual 
“Levántate y vete, a Damasco, allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas” (Hch 22,10)

La dirección espiritual no es, en realidad, un paso más en el proceso de discernimiento vocacional; es un recurso que puedes aprovechar en cada uno de los pasos anteriores.
El director espiritual te motivará a orar y a percibir los signos de la voluntad de Dios, te indicará dónde obtener la información y te ayudará a reflexionar.
Si bien es cierto que la vocación es un llamado de Dios que nadie puede es¬cuchar por ti ni responder a él en tu lugar, también es cierto que necesitas de alguien que te acompañe en tu discernimiento vocacional.

Miguel Aguirre Torres

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