Catequistas, el equipo del Centro de Espiritualidad Catequístico, les saluda y les desea felices pascuas de resurrección. Que en las celebraciones pascuales, “nuestro encuentro esté colmado de alegría espiritual; alegría que brota de la certeza de que Cristo con su muerte y resurrección, ha triunfado definitivamente sobre el pecado y sobre la muerte”.
En este artículo queremos inspirarnos en el Papa Benedicto XVI que, a propósito de la Pascua; durante la Audiencia General celebrada en la Plaza de San Pedro, el 11 Abril del 2012, dijo: la fe en el Señor resucitado “transforma nuestra vida: la libera del miedo, le da firme esperanza y la anima por aquello que da pleno sentido a la existencia”.
“La paz esté con vosotros” don del resucitado
Jesús resucitado se muestra a los discípulos, enseña sus heridas, “signo de lo que ha sucedido y que nunca más se borrará: su humanidad gloriosa permanecerá ‘herida’. Este gesto tiene la finalidad de confirmar la nueva realidad de la resurrección: el Cristo que está ahora ante los suyos es una persona real, el mismo Jesús que tres días antes fue clavado en la cruz“.
Jesús saluda a los discípulos diciendo “La paz esté con vosotros”. No se trata solamente de un saludo, sino “del don que el resucitado hace a sus amigos; y es, al mismo tiempo, una misión: esta paz, comprada por Cristo con su sangre, es para ellos y para todos, y los discípulos deberán llevarla a todo el mundo. Jesús ha completado su tarea en el mundo, ahora les toca a ellos sembrar la fe en los corazones”.
Pero el Señor sabe que los suyos aún sienten temor, “por eso, sopla sobre ellos y los regenera en su Espíritu; este gesto es el signo de la nueva creación. Con el don del Espíritu Santo que proviene de Cristo resucitado, comienza de hecho un mundo nuevo”.
Los discípulos de Emaús, tras encontrarse con el Señor Resucitado, ven que “renace en ellos el entusiasmo de la fe, el amor por la comunidad, la necesidad de comunicar la buena noticia. El Maestro ha resucitado y con Él toda la vida resucita; testimoniar este acontecimiento se convierte para ellos en una necesidad ineludible”.
“Es así que, en la luz refulgente de la Pascua, en el encuentro con el resucitado, los discípulos comprenden el sentido salvífico de su pasión y muerte. Entonces, pasan de la tristeza y el miedo a la alegría plena”.
El resucitado camina con nostros
Esta novedad de vida, inaugurada por la Pascua que no muere, ha de ser anunciada para que la espina del pecado que hiere el corazón del hombre deje su lugar a la gracia que germina: “El Maestro ha resucitado y con Él toda la vida resurge”.
Catequistas, Cristo resucitado que entró en el corazón de los once discípulos en el Cenáculo y en el corazón de los peregrinos de Emaús, quiere entrar también en nuestra casa y en nuestro corazón, mantengamos las puertas abiertas y acojámoslo para que entre y nos dé la alegría y la paz, la vida y la esperanza, los dones que necesitamos para nuestro renacer humano y espiritual.
“¡Dejémonos encontrar por él!” Dejemos que venga a nuestro encuentro. Él vive y estará siempre presente, caminará siempre con nosotros para guiar nuestra vida y para impulsarnos a cumplir nuestra misión.
María Adela Suárez de Luna