De boca en boca y de escuela en escuela
En la actualidad hay un tema que preocupa a padres de familia, docentes, estudiantes y sociedad en general: el bullying; pero ¿qué es en realidad, a quiénes afecta y cómo se puede detectar? Veamos.
Acoso en México
Los medios de comunicación informan sobre casos donde el bullying ha provocado lesiones serias o muertes en los jóvenes: como lo sucedido en Tamaulipas, el 20 de mayo pasado, cuando un menor falleció –muerte cerebral– tras recibir dos golpes en la cabeza al ser atacado y azotado en la pared por sus compañeros; o el niño de 7 años fallecido por un paro respiratorio a causa de una fuerte infección en los pulmones ocasionada supuestamente por ingerir agua del retrete, debido a que sus compañeros de su escuela sumergieron su cabeza en la taza del baño.
Cifras preocupantes
Debido a los casos de muerte y suicidio provocados y asociados con el bullying, México ostenta el primer lugar internacional en el rubro en educación básica, ya que afecta a casi 19 millones de alumnos de primaria y secundaria públicas y privadas, según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Las investigaciones del IPN y la UNAM detallan que de los más de 26 millones de estudiantes de preescolar, primaria y secundaria, alrededor de 60 y 70 % ha sufrido bullying. Aun cuando se carece de registros certeros, la ausencia de políticas para prevenir la violencia y el acoso escolar han derivado en bajo rendimiento y deserción escolares, así como en un incremento del suicidio.
Agresor, víctima y espectadores
El concepto bullying se refiere al acoso escolar y a toda forma de maltrato físico, verbal o psicológico que se produce entre escolares, de forma reiterada y a lo largo del tiempo. En la mayoría de las veces sabemos que para que exista acoso escolar se necesitan dos participantes: el agresor y la víctima, el agresor es el que ejerce violencia hacia la víctima, ya sea física (golpes, mordidas, pellizcos, patadas, etcétera); verbal, que se caracteriza por agredir a la víctima con palabras altisonantes, ofensivas y sobrenombres; el sexual se da cuando se toca a la víctima en cualquier parte del cuerpo sin consentimiento o cuando se persigue a la víctima para que establezca una relación de pareja o sexual forzada; la otra es exclusión social: al afectado se le omite de las actividades de cierto grupo de amigos y por último, el psicológico, que se diferencia de los demás en que al afectado se le hace sentir mal en primer instancia y se le ataca, afectando autoimagen emociones y sentimientos. Es importante mencionar que existen otros participantes relevantes: los espectadores, que algunos autores los llaman agresores pasivos, quienes usualmente aumentan la euforia y excitación de la agresión ya sea grabando, gritando y con burlas.
Las cifras hablan por sí mismas y son contundentes: dicen que los casos registrados van en aumento, dejando en claro que el acoso escolar es un fenómeno que siempre ha existido en la sociedad mexicana, la diferencia estriba en la difusión de los casos por medio de los diferentes medios de comunicación.
Agresión engendra agresión
Es importante reflexionar sobre los antecedentes de los victimarios: la vida de los niños o adolescentes agresores con frecuencia estuvo inmersa en la violencia intrafamiliar, donde sus padres se agredían de múltiples maneras, por lo que este vivió directamente todas estas situaciones y aprendió, a partir de esa forma de relación, a enfrentar las relaciones con los demás, creciendo con esa idea distorsionada de intercambio social; por lo tanto, tiende a reproducir estas conductas con sus compañeros porque es la pauta de convivencia que conoce y no sabe cómo relacionarse de otra manera con sus pares; después, el niño crece y aumenta la posibilidad de establecer relaciones amorosas y de practicar violencia en el noviazgo o en la vida de pareja.
Otra causa frecuente es aquella donde los padres del victimario no establecen límites o lo hacen de manera difusa, por lo que este carece de habilidades para tolerar la frustración, empatizar con quienes lo rodean y relacionarse de manera adaptativa.
Un motivo más puede ser el sufrir un desorden de personalidad que por sus características dificulta el control de impulsos, emociones, sentimientos y una juiciosa toma de decisiones.
Hay que permanecer cercano a los hijos, recuerde que el tiempo de calidad que se invierta en ellos será de gran utilidad para su sano desarrollo.
Centros de Integración Juvenil, AC
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