Bordando la vida con los hilos de la fe
Talpa, Jalisco, lugar elegido por Dios para derramar sus bendiciones a través de nuestra Señora del Rosario, la Patrona diocesana; la cariñosa y amable “Chaparrita” que nos arropa con su manto y acude presurosa a atender nuestras necesidades.
El “Baño de la Virgen”
Desde el año 1700, el 10 de septiembre se realiza el “Baño de la Virgen”, acto que consiste en despojar a la imagen de Nuestra Señora de Talpa de sus vestidos y joyas. La ropa se guarda con profundo cariño y respeto, en tanto que las joyas son lavadas con sumo cuidado, y con unos algodones se retira el poco polvo que pudiese tener la Virgen, que mide 34 centímetros.
En un segundo momento se le pone un vestido nuevo, confeccionado por don Salvador Aguilar, un ilustre bordador; el ropaje es donado por familias u organizaciones que reúnen el recurso económico para apadrinarlo. La labor de vestir a la Virgen la llevan a cabo las “Camareras de la Virgen”, personas que, tras confesarse, comulgar y asistir a un proceso espiritual, tienen en sus manos esta noble labor, que dura cuatro horas aproximadamente.
Esta ceremonia comienza antes de que el sol asome, al alba. Los fieles y peregrinos visitan la basílica desde tempana hora para presenciar el momento en que es retirada la imagen de su trono por el Padre José de Jesús Enríquez Flores, rector del santuario, para ser trasladada a la parte trasera del altar mayor, sitio conocido como el “Camarín” o la “Recámara de la Virgen”, lugar que sirve para engalanarla o, en su caso, como punto de descanso antes de salir en procesión en sus días de fiesta.
Ya en el “Camarín”, sólo las “Camareras” pueden “bañar a la Virgen” en absoluto secreto, nadie más tiene acceso mientras esta tarea se lleva a cabo; entretanto, y cobijados por las naves de la basílica, casa de la Señora de Talpa, fieles y peregrinos entonan alabanzas a María acompañándola en su vestido.
Concluido el “Baño” se coloca la imagen en un altar preparado para Ella, rodeado de flores, donde destaca la “Flor más hermosa nacida de una sonrisa de Dios”: María. A partir de allí comienza una “Jornada de Oración” en la cual grupos, previamente seleccionados, entran en forma organizada a ver a la Virgen.
La Virgen recorre su pueblo
Durante el baño, en las afueras de la basílica se afinaban los detalles de las alfombras de flores y aserrín de colores, que los vecinos de los barrios de San Miguel y San Rafael elaboran para el paso de la Reina del Cielo.
Poco antes de que la imagen saliera, del cielo cayeron las primeras gotas de lluvia; pero al hacer su aparición la Virgen cesó de llover, dando lugar puntualmente (5:30 pm) a la procesión; la Señora bendita hizo su tradicional recorrido, luciendo su nuevo vestuario, llevada en andas, caminando sobre su alfombra de flores y navegando sobre los mares de gente que, venida de todas partes, la exaltaba y saludaba entregándole su corazón a su paso. En este ambiente de fiesta, acompañado por el sonido de las campanas que anunciaban la procesión, atravesó la plaza principal y llegó a la Parroquia de San José, donde se encuentra aún el Pocito en el que iba a ser sepultada el 19 de septiembre de 1644 por estar apolillada; sin embargo, Dios, Artista que pintó el firmamento, la restauró, renovándola, maciza y pesada. Milagro que conocemos como “La Renovación”.
De regreso a casa
Terminada su breve estancia en la parroquia, reanudó su recorrido alrededor de la plaza hasta el interior de su basílica, donde fue recibida con las muestras de cariño más sinceras de parte de sus hijos.
Ya en el altar le fue retirado el capelo de cristal que la resguarda durante sus paseos y fue colocada en el altar para cantarle La Salve; acto seguido, se dio la bendición con Ella a todos los asistentes y fue depositada en su trono, desde donde escucha con atención las súplicas de sus devotos.
Con estos actos comenzó el Novenario de la Renovación del 11 al 19 de septiembre, celebrando el 365 aniversario del gran acontecimiento. 365 días tiene un año, pero Ella, a partir de su Renovación… 365 años ha querido quedarse con nosotros.
José Miguel Quintero García
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