El acompañamiento es el arte de las artes por ser una realidad muy delicada, ya que se trata de ayudar a los hermanos a crecer en la docilidad del Espíritu. Es el arte de conocer las mociones del Espíritu, y éste no tiene ni reglas ni tiempos para actuar, es básicamente libre (Jn 3, 8).
Aprender a acompañar es aprender a reconocer cómo la gracia de Dios opera en cada hombre y en cada mujer, y lo hace de una manera propia, adecuada a su historia, personalidad, deseos más profundos.
El Dios de Israel es un Dios que sabe acompañar. Ésa es la primera escuela donde podemos aprender este difícil arte. En el Nuevo Testamento Jesús es el Maestro. El Hijo de Dios se presenta como un hombre acompañado y acompañante. Es un hombre acompañado por el Padre: todo lo que hace, todo lo que dice es bajo la mirada del Padre que lo apoya con su amor eterno. Es el acompañante del grupo que llaman “los discípulos” en su lento proceso de conversión, para cambiar de estilo de vida, manera de pensar y sentir.
Así, esta práctica pasa a la Iglesia y la asume como una manera de evangelizar al hombre y hacer que éste se haga gozo y esperanza para otros, se haga gozo para Dios.
¿Qué es el acompañamiento?
No hay sólo una manera de hacerlo, sino que influyen muchos factores (diferencia de personas, formación, etcétera). Es un arte y, por lo tanto, se requiere de artesanos. Se necesitaría un maestro sabio y con gran experiencia que pudiera aclarar tantas dudas que habitan en nuestro corazón, pero los verdaderos maestros son los que saben quedarse callados ante lo complejo de la tarea, e invitan a hacer caminos propios, más allá de cualquier receta que facilitara nuestras búsquedas.
¿Qué no es el acompañamiento?
1. No es una terapia psicológica. Los acompañantes no son terapeutas ni es honrado pretender serlo. El acompañante es testigo del paso de Dios por la vida de un hombre o una mujer, que descubre el misterio de la vida que habita en la profundidad del acompañado y lo hace con los ojos de Dios.
2. No es un encuentro de amistad. Son muy distintas una conversación entre amigos y una de acompañamiento. El acompañamiento es temporal, mientras que la amistad puede ser para toda la vida.
3. No es hacerse cargo de la suerte del acompañado. Es preciso tener cuidado con nuestros paternalismos o materialismos.
4. No es predicar ni querer que otros repitan mi experiencia. Lo que a mí me ha ayudado no necesariamente va a ayudar a otro que tiene historia, sensibilidad y deseos distintos.
5. No es agradar al acompañado, sino ayudarlo. Nuestra responsabilidad es ser amable, acogedor, pero no podemos dejar de decir lo que vemos por temor a que otro se moleste y se aleje.
6. No es tener respuesta para todo. ¡Son tantas las cosas de lo humano y lo divino que no sabemos y que necesitamos aprender de otros! Ser sencillos y tener frescura de vida.
La experiencia del acompañamiento en el Nuevo Testamento
Es un encuentro entre caminantes…
Una primera aproximación nos la permiten tres textos del Nuevo Testamento que nos ayudan a comprender mejor en qué consiste el acompañamiento.
Emaús, Lc 24, 13-35: El acompañamiento es el encuentro entre caminantes que van compartiendo historias de vida, esperanza y frustraciones, ganas de trascender.
El Buen Pastor, Jn 10, 1-16: El acompañamiento es una experiencia profundamente humana de cercanía, conocimiento, intercambio, ternura, en la que el acompañado pone su historia, sueños, ilusiones, búsquedas en las manos del acompañante. Es un servicio radical que lleva tiempo y esfuerzo.
Cristo toma parte en ustedes, Gal 4, 19-20: Ésa es nuestra tarea, explicar a Cristo en la historia, en la vida, en los sueños de un hombre o de una mujer, de manera que esta experiencia de fe sea una fuente de vida que impregne todo el quehacer del acompañado.
Una experiencia religiosa
Sí, una experiencia religiosa de encuentro, gracia, verdad, solidaridad. Estos encuentros se caracterizan por ser periódicos y sistemáticos, dado que no se puede discernir la vida y la obra del Espíritu de una vez. En el acompañamiento lo que importa es la persona más que los problemas que presenta. Éste nos libera de la soledad y del encierro haciéndonos crecer. Al compartir con el otro, veo con ojos nuevos lo que vivo, lo que soy, lo que quiero y salgo de la confusión y/o la vaguedad, que son caminos todos que sugiere el maligno.
Somos peregrinos de principio a fin, caminantes; en el acompañamiento ponemos la vida en las manos del otro y vamos haciendo camino en compañía. Ésta es una manera fraternal y solidaria de recorrer el camino.
El acompañante, testigo del amor de Dios
El acompañante, más que un especialista en introspección, es un especialista en cómo Dios opera. Es quien sabe por experiencia propia y de otros, cómo la fuerza del Espíritu penetra y purifica las honduras de nuestro ser, haciéndonos más disponibles a las mociones de Dios.
El acompañante tiene que tener sabiduría de anciano para saber decir y reconocer de qué es capaz el corazón del hombre; tiene que ser apto para servir y ponerse en cercanía, para ganar el alma del acompañado y poder velar, cuidar de él con máxima delicadeza.
El acompañado, un hijo, un caminante
El acompañado es un hermano nuestro que busca ser ayudado para vivir más y mejor su vida y su vocación cristiana. Busca seguir a Cristo más estrechamente, y para ello tiene que aprender a recorrer el camino de las Bienaventuranzas, a vivir el precepto de la caridad y llegar a la Pasión, que es la expresión más fuerte de un amor gratuito. Se trata de acompañarlo en sus deseos de ser verdadero y libre delante de Dios, para estar disponible a las mociones del Espíritu y pronto al servicio del Reino.
Jóvenes, no están solos…
La Comisión Diocesana de Pastoral Vocacional te ofrece la experiencia del acompañamiento con el fin de ayudarte a clarificar y discernir tus inquietudes vocacionales. No dudes en buscarnos; ponte en contacto con nosotros:
Asesor Diocesano de Pastoral Vocacional
Pbro. Miguel Ángel Aguirre Torres
Parroquia del Purísimo Corazón de María
Tepic, Nay.
Tel. (311) 258 1839.
Asesor Zona Centro
Pbro. Ubaldo Raygoza Palacios
Parroquia de San Juan Bautista
Tepic, Nay.
Tel. (311) 213 3928.
Asesor Zona Costa Alegre
Pbro. José Refugio Ángel Palomera
Parroquia de la Divina Providencia
Puerto Vallarta, Jal.
Tel. (322) 224 0329.
Asesor Zona Sur
Pbro. Miguel Ángel Robles Mora
Curso Introductorio (Seminario)
Ixtlán del Río, Nay.
Tel. (324) 243 2302.
Asesores Zona Jalisco
Pbro. Hugo Ramos Castellón
Parroquia de Ntra. Sra. de los Dolores
y San José María Robles
Mascota, Jal.
Tels. (388) 386 0085 y 386 0013.
Pbro. Luis Alberto Moreno Martínez
Parroquia de San Sebastián
San Sebastián del Oeste, Jal.
Tel. (322) 297 2823.
Álvaro González