El hecho de que tres mujeres irlandesas hayan recurrido en 2005 al Tribunal Europeo de derechos humanos para defender su “derecho” a abortar en Irlanda, sin tener que salir al extranjero para hacerlo, y que el Tribunal haya aceptado el caso y pedido en este año 2008 más información para estudiarlo, es, simplemente, absurdo y contradictorio, por tres motivos fundamentales:
El primero: que existan mujeres, asesoradas por abogados o grupos sociales, que consideren el aborto como un derecho, cuando se trata de un crimen.
El segundo: que haya numerosos países, algunos que se autodeclaran como “civilizados”, “progresistas” o incluso “promotores” de los derechos humanos, donde el aborto sea legal, es decir, donde miles de hijos sean eliminados cada año.
El tercero: que una corte o tribunal creado para tutelar los derechos humanos acoja una petición tan absurda y la estudie, cuando lo único que debería hacer es trabajar según su propia naturaleza: la de garantizar los derechos fundamentales, especialmente de los sujetos más débiles, los hijos antes de nacer.
Sólo si reconocemos y denunciamos una situación tan absurda y los males que se esconden detrás de todas las propuestas e iniciativas a favor del aborto, seremos capaces de avanzar, realmente, en la tutela de los derechos humanos. De este modo, podremos construir un mundo donde todas las madres y todos los hijos puedan ser ayudados en el camino maravilloso de la vida humana.
Fernando Pascual