Del encuentro con Jesucristo al trabajo pastoral
Fidelidad, credibilidad y creatividad son tres virtudes que deben de tener los sacerdotes. El presbiterio de la Diócesis de Tepic tuvo la oportunidad de hacer sus Ejercicios Espirituales anuales. Manuel Varela y Alejandro González, sacerdotes Misioneros del Espíritu Santo, fueron los directores de dichos ejercicios, que se llevaron a cabo en dos fechas: la última semana de octubre en el Seminario Mayor de Santa María de Oro, y en la primera semana de noviembre en la casa de retiros de San Bernardino de Las Joyas en el Izote, Nayarit. Juan Ramón González, secretario canciller de la diócesis, confirmó la participación de 120 sacerdotes durante las dos semanas de los ejercicios.
Los Ejercicios Espirituales para sacerdotes son períodos de tiempo dedicados a la oración, al silencio, a la meditación y al encuentro fraterno entre presbíteros. El Obispo Ricardo Watty Urquidi también estuvo haciendo sus ejercicios en la última semana de octubre.
En la Carta a los Hebreos Cristo es llamado sacerdote fiel y misericordioso, afirmó Manuel Varela en su primera meditación. Por consiguiente, se espera que el sacerdote sea misericordioso y fiel, además de tener un vínculo de solidaridad con sus hermanos los hombres. El Año Sacerdotal constituye una oportunidad para que los sacerdotes renueven su fidelidad a Jesucristo. Sacerdotes fieles a Dios y fieles a sus hermanos los hombres. Los sacerdotes deben de ser fieles como Cristo sacerdote es fiel, creíble y digno de confianza.
La conversión: camino de fidelidad
Jesús invita a vivir la conversión, como cuando nos envía a escuchar y a vivir su palabra. Su familia son los que la ponen en práctica. Quizá (los sacerdotes) conocemos mucho de la doctrina de la conversión, pero el reto está en llevarla a la práctica, enfatiza Varela. Porque si no pasamos a la práctica de la conversión corremos el riesgo de sólo vivir una conversión a nivel intelectual, sin haberla bajado al corazón y sin obras que hablen de ese proceso de conversión ya conocido y vivido.
En la dinámica estructurada para los Ejercicios Espirituales hubo momentos de reflexión personal y espacios para compartir por grupos. Las preguntas ¿cómo es nuestra experiencia sacerdotal? y ¿hay alegría al celebrar la Eucaristía?, entre otras interrogantes, fueron contundentes. Uno de los participantes compartía, haciendo alusión al Papa Juan Pablo II, que “los sacerdotes somos testigos y canales por donde fluye la misericordia de Dios que acoge y que salva; pero esta misericordia se debe traducir en solidaridad auténtica con los que más sufren”. Mons. Hipólito Robles señaló: “Los sacerdotes debemos de trabajar en nuestra conversión personal y hacer nuestro mejor esfuerzo para lograr la conversión de la Iglesia de Cristo”.
Conversión pastoral
El sacerdote tiene que estar atento para escuchar lo que el Espíritu le está diciendo a la Iglesia a través de los signos de los tiempos. Los obispos de América Latina y del Caribe, desde Aparecida, nos exhortan a una profunda renovación eclesial. Que nuestra Iglesia sea un centro que irradie a Cristo. La renovación pastoral requiere que las comunidades sean comunidades de discípulos misioneros. Que nuestros fieles se sientan atraídos por Jesús. No seamos pastores que hemos aceptado el llamado que el Señor nos hace a la conversión, pero que en ocasiones, por nuestras debilidades, ni entramos ni dejamos entrar, o sea, ni nos convertimos ni ayudamos a otros a que se conviertan.
Tesoro en vasijas de barro
El Padre Alejandro González afirmó que Dios cree en el hombre, y por eso nos escogió para realizar su obra. Nuestro camino vocacional empezó como una profunda experiencia de Dios. Seamos conscientes de nuestro encuentro con Cristo.
Tenemos que enseñar una experiencia profunda de Dios, indica González. Tenemos que aprender a vivir, no aprender a cumplir. No se debería de ordenar a ningún sacerdote si no ha tenido un encuentro profundo y personal con Cristo. ¿A cuántas personas hemos convencido de encontrarse con Jesús? Convencer de Jesucristo. Nuestro ministerio es transmitir a Jesucristo; ya que Él llena completamente nuestra vida. La oración es clave, es fundamental.
Tenemos que buscar a Dios en el templo y más allá del templo. El Padre González invita a los sacerdotes a vivir su vida como servicio. Hace más ruido un árbol que cae que cien árboles que crecen en silencio. A veces se critica a algún sacerdote por algo, pero a veces no tenemos en cuenta que hay miles de sacerdotes que viven con plenitud su vida sacerdotal.
El Obispo Ricardo Watty, en su homilía en la Misa de clausura, afirmó: “No aceptar a Dios es uno de los dolores más grandes que puede experimentar un sacerdote”. San Pablo así lo vivió. Que nuestro pueblo vaya debilitándose en su fe, vaya aceptando otras luces que lo llevan a separarse de la luz que es Jesús. Sacerdotes que no sabemos vivir en fidelidad a Jesús, que no sabemos actuar ni expresar nuestro servicio al estilo de Jesús.
El Obispo Watty resaltó dos elementos: los sacerdotes debemos tratar más a Jesús en la intimidad de la Eucaristía y fortalecer más la unidad y fraternidad entre sacerdotes. El Obispo de Tepic sostuvo que estos Ejercicios Espirituales han tocado nuestros sentimientos, nuestra vida y ministerio; hoy el Señor nos afianza para que sigamos adelante como sacerdotes suyos.
————————————
Adopta un sacerdote
En este Año Sacerdotal te proponemos que te conviertas en padrino espiritual de un sacerdote (o de varios); ayudándolos del modo más elevado posible: orando por ellos para que Jesucristo les conceda fortaleza y perseverancia en su misión evangelizadora.
No tiene costo económico, ni requiere cuota de ningún tipo. Sólo ora por tus sacerdotes.
Acércate a tu ahijado sacerdote y dile que estás orando por él. O hazle llegar una nota de modo que sepa que hay alguien que le está ayudando de la manera más eficaz en sus tareas apostólicas, desde la oración.
Por tu ahijado puedes ofrecer jaculatorias, oraciones, ángelus, sacrificios, horas de trabajo, rosarios, confesiones, comuniones, misas, viacrucis, horas de adoración eucarística. O acércate al sacerdote de tu parroquia y felicítalo con un fuerte abrazo por aceptar el llamado a compartir el Sacerdocio de Jesús.
————————————
Sacerdote, fe y vida
Por: Pbro. Alberto Aréchiga Aréchiga
¿Quién eres sacerdote?
Busco una respuesta que me satisfaga
No sólo de palabras, eso no me basta,
Los signos también hablan, pero no, no alcanzan.
No encuentro explicaciones,
Ni en los pensamientos de la inteligencia,
Ni en los sentimientos de una corazonada,
Me parece imposible.
Tu vida solitaria, tu ideal, tus metas;
El amor de dos en obediencia, celibato y pobreza
No, no logro entenderte.
Yo, yo soy sacerdote,
No tengo razones para justificarlo,
Sólo tengo fe y tengo vida
Y de eso voy a hablarte:
Hace algunos años nací de mis padres
De un acto voluntario de entrega y amor,
Ellos cobijaron mi vida dentro de su hogar.
Así fue mi origen,
En un lugar concreto
Y dentro de una familia.
Eso es lo que sé.
Pero antes de nacer sucedió algo hermoso
En el corazón de Dios y su inteligencia,
Hubo para mí un pequeño espacio.
Fui hecho a su imagen
Y, el mismo Creador,
Me llamó a vivir a su semejanza.
Esta es mi fe.
En mi pequeñez, dentro de la Iglesia,
Con signos visibles, Dios me hizo su hijo
E infundió a mi vida su Espíritu Santo.
Llegué un día a su casa, era día de fiesta;
El altar, la ofrenda, el cáliz, el vino;
Las flores, los niños y el sagrario abierto.
En la Eucaristía Jesús vino a mi vida,
Su cuerpo y su sangre a mí me transformaron,
Él entró y para siempre se quedó conmigo.
En mis años jóvenes,
Me miró y tomó mi vida de entre mis hermanos;
Me llevó a su encuentro dentro del Seminario,
Una nueva familia.
Allí, con sencillez,
Me formó por años según su corazón;
Con mi fe y su gracia llegó el Orden Sagrado,
Y la primera Misa.
Ya era sacerdote;
El altar, la ofrenda, el cáliz, el vino;
Las flores, los niños y el sagrario abierto;
Jesús mismo vino y consagró la ofrenda.
Se acercó a sus fieles,
A través de mi habló de su Evangelio,
Su cuerpo y su sangre los dio en alimento.
Él está en mi vida.
El Sumo Sacerdote
Tomó mi frágil vida y la llenó de su gracia,
El que me hizo de barro y sabe lo que tengo;
Mi poco entendimiento y mis débiles afectos,
Sabe de mis yerros, crisis y pecados.
Pero yo tengo fe;
Creo que en mi cuerpo Cristo, el Señor habita,
Que llevo un gran tesoro en vasijas de barro,
Y que ni mis caídas, ni mis desaciertos
Ausenta la gracia que Él en mí ha puesto;
Él se sigue dando a todos sus hermanos.
Y creo también
Que así como hoy, en vida,
Entro a su santuario y lo toman mis manos
Y Él también entra a mi corazón;
Él me conducirá a su santuario eterno
Para alabarlo siempre.
Cristo es el Sacerdote
De ayer, de hoy y siempre.
————————————
Alberto Aréchiga Aréchiga es sacerdote de la Diócesis de Tepic, originario de Cabos, municipio de Talpa, Jalisco. Recibió el sacramento del Orden Sacerdotal el 15 de enero de 1998 en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Talpa. Actualmente es el párroco de San Sebastián, en San Sebastián del Oeste, Jalisco.
El Padre Aréchiga escribió esta reflexión sacerdotal durante los Ejercicios Espirituales para sacerdotes del 29 de octubre de 2009.
Pbro. Rafael Rentería Alaniz
——–
Comentarios al autor: (renteria@lasenda.info)