Educación emocional para niños

 

En la casa Hogar FUNDAVID somos concientes de la importancia de formar a los niños en todas las áreas de su persona: espiritual, física, social, educativa y psicoemocional. Nos parece importante abordar, en particular, la educación emocional, puesto que muchas veces la pasamos por alto o bien no somos concientes de la manera en que motivamos y orientamos el desarrollo emocional de nuestros hijos.

Los padres, modelos de aprendizaje

Si bien cada persona tiene un temperamento heredado por sus padres a través de los genes, el carácter se desarrollo y modifica a lo largo de nuestra vida, en específico durante la infancia, que es la etapa en la que aprendemos a reconocer nuestras emociones y sentimientos, y a expresarlas.

El primer modelo de aprendizaje emocional de los niños son sus padres o tutores. Mediante la observación los pequeños aprenden cómo expresar las emociones básicas: enojo, tristeza, miedo y alegría, y toda la gama de emociones y sentimientos derivados de ellas: vergüenza, euforia, nostalgia, entre otras.

Cuatro pasos de la educación emocional

1. Reconocer las emociones propias y de los otros

A partir de los tres o cuatro años de vida los niños tienen un desarrollo psicoemocional que les permite distinguir las emociones propias y las de los demás, como papá y mamá. En esta edad es importante enseñarlos a reconocer sus emociones y las de quienes los rodean, apoyándose en cuentos, imágenes de personas o bien con los miembros de su propia familia, mediante preguntas tales como: “¿Cómo se siente ese niño?, ¿crees que esté feliz o triste?”.

2. Aprender a nombrarlas

Una vez reconocidas las emociones se orienta a los niños a que sepan ponerle nombre a lo que sienten de manera natural y cotidiana. Nombrar lo que sentimos nos ayuda a identificar y distinguir nuestro estado emocional y, por consiguiente, a poder canalizarlo. Con nuestro ejemplo podemos mostrarles, utilizando frases como: “Me siento triste”, “Estoy molesto”, “Esto me asusta”, y preguntando “¿Cómo te sientes hoy?”.

3. Expresión de emociones de manera asertiva

La asertividad es una habilidad social que nos ayuda a trasmitir las emociones de manera clara, respetando a las personas con las que nos comunicamos; de esta manera, aunque esté muy molesto y lo exprese, eso no da el derecho de ofender a otro gritándole o agrediéndolo. Un consejo que nos puede ser muy útil, tanto a niños como a adultos, es la fórmula XYZ, que se traduce en la siguiente frase: “Cuando tú hiciste X, me sentí Y, y habría preferido que, en lugar de eso, hubieras hecho Z”. Al utilizar esta fórmula nos hacemos responsables de nuestras emociones al tiempo que expresamos nuestro sentir y proponemos una manera de mejorar la situación.

En particular con los niños es necesario canalizar sus emociones mediante ejemplos, mostrándoles de qué manera pueden expresarse asertivamente: “No es necesario que grites o hagas berrinche, prefiero que me digas qué es lo que te molesta para poder ayudarte”.

4. Desarrollar su empatía

La empatía es la capacidad humana de ponernos en el lugar de la otra persona y reconocer su sentir. Cuando conseguimos sentir el dolor o el sufrimiento de los demás poniéndonos en su lugar, se despierta el sentimiento de caridad y el deseo de contribuir al bienestar del otro. De igual manera, la empatía nos ayuda a disfrutar al ver feliz a otra persona y participar de su alegría.

Ayuda a desarrollar la empatía en los niños el suscitar la reflexión con preguntas como las siguientes: “¿Cómo crees que se siente tu hermana después de que tú le gritaste?”, “¿Crees que eso haga feliz a tu amigo?”, “¿Cómo crees que puedas ayudarlo a sentirse mejor?”; así como con acciones que impacten en la vida de los demás, como realizar obras de caridad, visitar a los ancianos en los asilos o regalar sus juguetes y ropa a otros niños.

 

 Fundación Dar Amor, Dar Vida A.C.

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