Las andanzas de don Juan
Déjenme platicarles lo que me pasó cuando disfrutaba un sabroso elotito, más bien elotote, con limoncito, salesita y chilito molido, en la Feria del Elote; no en la de Xalisco, que por cierto su fiesta patronal se celebra el 7 de agosto, día de San Cayetano -y ya encarrerados le siguen hasta el día quince-, sino en la de Jala (ambos municipios de Nayarit), pueblo donde pareciera que no pasa el tiempo, y qué decirles de su basílica de cantera (mezcla de estilo gótico y romano, cuya construcción se inició en 1856), que recibe la visita de numerosos peregrinos para el festejo del 15 de agosto, en honor de su patrona, Nuestra Señora de la Asunción.
Como les decía, estaba ocupado –¡ocupadísimo!- moviendo el bigote, cuando veo a mi ahijado Miguel y su esposa María –de veras, qué pequeño es el mundo-, y ¡oh, sorpresa!, la última vez que nos vimos, y es que no estoy yo para contarles, ni ustedes para saberlo; pero desde hace cinco años que se casaron no podían tener familia. En esa ocasión les dije: …hijos, que no se les cierren los caminos, busquen doctores y, si no, hay en el mundo muchos niños desamparados que nomás están esperando quien los adopte, niños que por una u otra razón no están con sus padres terrenales… porque eso sí, todos tenemos un Padre amoroso en el Cielo y una Madre Santísima que ruega por nosotros. Esos niños están esperando una oportunidad para recibir y dar amor… yo los llamo los hijos que se gestan en el corazón y no en el vientre.
Dijeron que lo pensarían y que se encomendarían a la Virgen de la Asunción, que ya no se iban a preocupar, más bien ocupar, y que fuera lo que Dios quisiera, al cabo “no hay mal que por bien no venga”. Pero que eso sí, no iban a caer en la tentación de hacer cosas en contra de la dignidad humana para conseguirlo, como la fecundación artificial, donde manipulan, seleccionan y desechan embriones (vidas humanas nacientes). ¡Esto en mis tiempos no se veía! Así como la ciencia va para adelante en muchas cosas, en otras tal parece que va para atrás, miren qué jugar a ser Dios no es bueno.
Y volviendo a mi ahijado y su mujer, ¡oh, sorpresa!, ahora que los miré traían dos chiquillos, uno caminando y otro, mas bien otra, en una carriola -que más bien parecía chiquihuite con llantas-, y les dije, dándole la última mordida a mi elotote –eso sí, todo enchilado-: ¿y éstos de dónde salieron?, ¿son suyos o se los prestaron? A lo que me contestaron –sonriendo-: ¿qué cree, padrino? Seguimos su consejo y adoptamos al más grande, que por cierto es su tocayo; y a los días María que se pone mal, y el doctor nos dijo que su enfermedad le iba a durar sólo nueve meses, ya se imagina por qué bautizamos a la niña con el nombre de María Asunción, y a eso venimos a Jala, a dar gracias a la Virgen.
No, pos me dio mucho gusto, dos a falta de uno, y no antes de despedirnos a festejar se ha dicho, con la “chirimía” (música autóctona de las etnias de la región) y una media docena de elotes para los tres, digo, para los cuatro, porque Juanito ya cuenta, salió igual de tragón que su servidor –porque yo me volví a sacrificar, pero eso sí, ahora con pura sal y limón; aunque “comer sin apetito, hace daño y es delito”-.
Le dije a mi ahijado: “éntrenle, hijos, que ‘con la tripa vacía no hay alegría’, aprovechen la Feria del Elote, que estas ferias corren el riesgo de cambiar de nombre por ferias del bote y derroche”. Pues, qué alegría, cuánta fe y esperanza hay. Les pido que rueguen a Jesús y a mamá María por los niños y niñas que no pierden la esperanza de que algún matrimonio quiera compartirles su amor y hacer a un lado su egoísmo, y los adopte.
¡Ah, pero, qué falta de educación de mi parte!, ustedes dispensarán, permítanme presentarme: yo soy don Juan; aunque de don no tengo nada, pero ya me conocerán. Con gusto les platicaré mis andanzas, así que hasta la próxima nos vemos, digo nos leemos.
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Leopoldo Rodríguez
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