Pescador de hombres
(Mt 4,12-23)
Queridos hermanos, cada día el Señor nos va dando grandes noticias. Hoy el evangelio nos dice que Jesús se va a Galilea, que es la parte más hermosa de Tierra Santa. Ahí se encuentra el lago de Cafarnaúm, lugar donde habitaban los que no formaban parte del pueblo de Israel, y con eso ya se nos está diciendo que Jesús viene a congregar a todos los hombres de todas las razas; por eso dice: “el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz”. Pues esa luz es Jesús; una vez más aparece este elemento que es la luz, signo del amor, de paz y de alegría.
Jesús viene a traer paz, alegría y vida a todos los hombres y a congregarnos en la unidad. ¿Quién no anhela la unidad? El mismo San Pablo después nos va a decir en una de sus cartas que todos vivamos en concordia, que no haya divisiones, que tengamos un mismo sentir, un mismo pensar; pues a eso viene Jesús, a congregar, a reunirnos a todos como hermanos.
Las primeras palabras de Jesús son una invitación a una vida nueva: “conviértanse porque ya está aquí el reino de Dios”. Jesús viene a liberarnos de todo mal, viene a establecer su Reino y para eso invita a colaboradores. Los primeros son Santiago y Juan, que son hermanos, y Pedro y Andrés, también hermanos. Los cuatro eran pescadores y el Señor los llama: “vengan conmigo, síganme y los haré pescadores de hombres”, y ellos dejando sus redes, dejando a su padre, lo siguieron.
¿Qué significa cuando Jesús les dice «los haré pescadores de hombres»? El Papa Benedicto cuando tomó posesión como Pontífice de la Iglesia explicaba que los pescadores sacan los peces del mar y mueren, pero después se convierten en alimento. El pescador de hombres es el que va a sacar a los hombres de una situación de muerte, de destrucción y los va a llevar a la vida. A eso viene Jesús, a liberarnos a todos del mal, de las guerras, de los odios, de las venganzas y a llevarnos a la luz del amor, de la paz. Necesita colaboradores.
Así como llamó a Pedro, a Santiago, a Andrés y a Juan, también el Señor te llama a ti. Si el Señor te dijera: “sígueme”, ¿estarías dispuesto a seguirlo y colaborar con Él para pescar a muchos hombres, mujeres, niños, sacarlos del lugar de la tiniebla, de la destrucción y llevarlos al lugar de la vida, llevarlos hacia Cristo? Ojalá y tú también puedas colaborar con Él en la construcción de su Reino.
La bendición de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y permanezca para siempre. Amén.
+ Mons. Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de la Diócesis de Tepic