(Mt 11,2-11)
Queridos hermanos, hoy la Palabra del Señor nos invita a seguirnos preparando para recibir a Jesús que viene en esta Navidad. Juan el Bautista estando en la cárcel le manda preguntar a Jesús si es el que ha de venir o hay que esperar a otro y Jesús les da las señales, ya las hemos escuchado; podríamos resumirlas en tres, primero: está ya aquí el reino de Dios porque Jesús ha venido a curar a todos los enfermos; también Jesús vino a resucitar, a dar vida, esta segunda parte es muy importante porque su pasión es la vida, nuestro Dios es un Dios de vivos no de muertos y él dice: “yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia”; nos viene a liberar de la muerte, nos viene a liberar de nuestras enfermedades y hoy en nuestro tiempo hay mucha gente que vive como muerto, está desalentado, desanimado, desilusionado y Jesús también viene a darle vida, nos viene a dar vida, así que ánimo, viene el Señor y viene a resucitar a los que están muertos, desalentados, desanimados, y también cuando muramos Él nos viene a dar vida eterna y un día también nuestro cuerpo va a resucitar, así que es el Dios de la vida. Y otro elemento muy importante es que “los pobres son evangelizados”, esos pobres son los que tienen su confianza en el Señor, los que no tienen su corazón en el dinero, en el poder, porque el poder, los placeres y el dinero corrompen al ser humano y por eso los pobres son aquellos que ponen su confianza en Dios y Él los viene a evangelizar porque su riqueza es Dios. Pero la pobreza no significa miseria, sino que el Señor viene a levantarlos, a decirles que tienen una gran dignidad como personas, pues todos son hijos amados de Dios; esa es la buena noticia.
En nuestro tiempo muchas veces vemos personas que, sí, a veces están necesitadas, débiles y carecen de algo y muchas veces los despreciamos; Jesús viene a enseñarnos que los preferidos del Señor son los pobres, y viene Él a darles la buena noticia y a promoverlos porque cada persona es una obra maravillosa de Dios.
¿Queremos colaborar con el reino de Dios? ¿Queremos esperar a que el Señor venga a nuestro corazón y unirnos a su proyecto? Pues esa es nuestra tarea: sanar, curar, acercarnos a nuestros hermanos, evangelizar a los pobres.
La bendición de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y permanezca para siempre. Amén.
+ Mons. Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de la Diócesis de Tepic