Bautismo de Jesús
(Mt 3,13-17)
Queridos hermanos, vamos a meditar en el bautismo del Señor; tal vez nos preguntamos la diferencia entre el bautismo de Juan Bautista, el bautismo de Jesús y el nuestro.
El bautismo de Juan Bautista era un bautismo de agua, esto es una invitación a la conversión; el bautismo que recibió Jesús fue una epifanía, una manifestación ¿Quién es Él? Ya vimos tres elementos importantes: primero, se abren los cielos, esto indica que Él es el Mesías que viene precisamente a abrir los cielos, para que se vuelva a establecer otra vez la comunión, la unión entre Dios y los hombres, la alianza; segundo, se escucha la voz del Padre: “Éste es mi hijo muy amado”, sí, Jesús es el Mesías, el Hijo preferido de Dios que viene a establecer el amor de Dios en el corazón de todos los hombres, viene a establecer la justicia; y tercero, se posa sobre Él, el Espíritu Santo en forma de paloma, Jesús es el que viene a bautizar con Espíritu Santo, por lo tanto, el Bautismo de Jesús es una manifestación. Él no necesitaba el perdón, porque Él no tenía ningún pecado, pero lo hace para darnos a conocer quién es Él. Es el que viene a bautizar con fuego, con Espíritu Santo y es el bautismo que nosotros también recibimos; hemos sido bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Jesús, el enviado de Dios -nos dice también San Pedro-, pasó haciendo el bien y liberando a todos los hombres oprimidos por el diablo; a eso ha venido el Señor, a darnos luz, paz, justicia y por eso está lleno de Espíritu Santo, pero lo interesante es que te participa a ti también de esa vida divina, así que ese es un motivo para decirle: “Señor, gracias por mi bautismo”.
Quizá tú has escuchado o has tenido la tentación de decir: “yo ya quiero que me borren del libro de los bautismos porque me han tratado mal o porque ya no quiero a mi iglesia”, pues déjame decirte que el bautismo es algo tan maravilloso, que te ha hecho hijo de Dios; se te podría borrar de la página del libro de bautismos, pero nunca se te va a borrar el amor de Dios, Él te va a seguir amando aunque tú no lo ames, porque eres su hijo.
Además, tú también tienes una misión en el mundo y esa misión es hacer -como Jesús- el bien, todos estamos llamados a hacer el bien, así que el bautismo te ha hecho hijo predilecto de Dios y por lo tanto, también tienes al Espíritu Santo que te impulsa; Él es el Espíritu del amor, de la verdad, de la paz, así que juntos hay que construir un mundo nuevo donde haya amor y paz. Tenemos el poder del Espíritu Santo.
Yo te invito a que le des gracias a Dios por tu bautismo, goza tu bautismo ¿Te sientes verdaderamente hijo amado de Dios?
La bendición de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y permanezca para siempre. Amén.
+ Mons. Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de la Diócesis de Tepic