Dios responde

Vivimos, como ya sabemos, en una sociedad ‘de lo inmediato’, por lo menos en esta parte del mundo, eso significa que preferimos las cosas que se obtengan fácil y rápido, como un producto encargado por internet o una recarga telefónica. Las charlas por redes sociales y aplicaciones permiten respuestas casi instantáneas y podemos ver en segundos lo que pasa del otro lado del mundo.

Luego nos topamos en nuestra vida espiritual con que oramos y hay silencio. Dios no es tan inmediato, al menos no siempre porque para que Dios nos conceda algo debe mover una cantidad de corazones, de voluntades libres, y no es fácil. Puede ser que lo que pedimos a largo plazo no es lo más bueno para nosotros y Dios tiene algo mejor y eso mejor, toma tiempo.

Aquí entra la fe y la confianza, es decir, si creemos que Dios es Amor y Sabiduría, entonces sabremos que Él conoce mejor que yo mismo lo que me conviene. Podemos hablar de una oración remota y una oración próxima, en el momento de una dificultad o necesidad. En la oración remota podemos pedir a Dios que nuestro corazón esté en sintonía con el suyo, que su querer sea nuestro querer, que nos llene de amor y confianza para lo que venga. De esta manera estaremos preparados para decir, en nuestra oración próxima: “yo quiero esto, pero hágase tu voluntad”, “yo deseo esto pero tú sabes que es mejor”.

Dios siempre nos escucha y siempre responde, no debemos tener duda alguna. Desarrollar la sensibilidad de escucharlo en nuestra voz interior, en los acontecimientos o en las personas es temas para otro artículo. Pero es necesario que recordemos que Dios siempre inclina su corazón a nosotros con gran amor y ternura.

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