Del 1 al 8 de febrero: Jornada de la Vida Consagrada

En el mundo sin ser del mundo

El 2 de febrero se celebra mundialmente el día de la Vida Consagrada (VC). Por este motivo, en nuestra Diócesis de Tepic se realizarán algunas actividades cuyo fin es dar a conocer este estilo de vida cristiana y, sobre todo, agradecer al Dios de la vida el llamado a seguir a Jesús poniendo la vida al servicio de la Iglesia y de la humanidad.

¿Qué es la Vida Consagrada?
Es un don, un regalo de Dios Padre a su Iglesia por medio del Espíritu (Cfr. VC, n. 1). Es una manera muy especial de seguir a Jesús con un corazón indiviso (Cfr. Ap n. 216); es decir, con la vida centrada en su persona y en la realización del Reino de Dios en la historia.
En el Evangelio aparecen algunos modos de seguir a Jesús:
1.    Las personas que, sin dejar su ambiente, aceptan vivir según el nuevo estilo de vida propuesto por Jesús: “Busca primero el Reino de Dios y su justicia…” (Mt 6, 33).
2.    El grupo de discípulos que siguió a Jesús de manera más íntima, más cercana, compartiendo su vida “…para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar”: los Apóstoles. (Mc 3, 14).
3.    Los marginados: los pecadores, los pobres, los enfermos, las mujeres y los niños, que fueron amados y acogidos por Jesús.
Por el Bautismo todos estamos llamados a seguir a Jesús, pero cada quien de acuerdo con su vocación, que puede ser el matrimonio, el celibato, el sacerdocio y la vida consagrada.

Llamados a influir en el mundo
Lo propio de la VC es el llamado a la radicalidad en el seguimiento de Jesús, somos llamados a ser “memoria viviente de su modo de existir y de actuar” (CC, n. 22). Estamos llamadas (os) a hacer presente en nuestra sociedad los sentimientos, las actitudes y las opciones de Jesús, dando testimonio de la verdad, de la justicia, del amor misericordioso del Padre, que quiere que todas sus hijas e hijos tengamos vida en abundancia (Cfr. Jn 10, 10).
A través de la vida fraterna, la oración y los votos de castidad, pobreza y obediencia, la VC quiere recordarle a la sociedad que Dios tiene un proyecto de amor y que cada uno tenemos una responsabilidad en su realización.

Los pilares de nuestro ser
Pobreza evangélica: Vivimos del fruto de nuestro trabajo, compartiendo con el pobre sus esperanzas y destino. El voto de pobreza denuncia el ansia de poseer que nos hace egoístas e insensibles a los sufrimientos de los más débiles, incapaces de compartir lo que somos y poseemos. Se expresa de maneras diversas y frecuentemente va acompañado por un compromiso activo de solidaridad, caridad y justicia (Cfr. VC n. 89).

Castidad: Es el testimonio de la fuerza del amor de Dios en la fragilidad humana. Denuncia el hedonismo en  nuestra sociedad, que reduce la sexualidad a mero juego y objeto de consumo; una especie de idolatría del instinto. Paradójicamente, en un alarde de libertad se llega a la esclavitud de los sentidos y de los instintos.
¡En Cristo es posible amar a Dios con todo el corazón, y amar así con la libertad de Dios a todas las personas, encontrando en Él la fuerza del autodominio, la madurez de la afectividad  y el gozo de la verdadera libertad. (Cfr. VC n. 88).

Obediencia: Es la búsqueda de la voluntad del Padre en medio de un mundo de fuertes individualismos y contradicciones, discerniendo los signos de los tiempos. Señala el ansia de poder que oprime y reprime los derechos de la persona humana. Jesús, el hombre libre por excelencia, con su vida nos enseña que la obediencia no limita el ejercicio de la libertad, al contrario, la hace auténtica, porque obedecer a Dios es obedecer al anhelo más profundo de nuestro corazón.

Una misión común
Todos los consagrados y consagradas tenemos una misión común, vivida desde la oración y el servicio, pero expresando esa amistad con Dios y con la humanidad de diferentes maneras, de acuerdo con el carisma de cada instituto.

 Fundamentalmente hay tres expresiones:
•    Vida contemplativa, dedicadas de manera más explícita a la oración-contemplación, trabajo y vida fraterna.
•    Vida apostólica, aportando la riqueza de nuestros carismas particulares, para dar respuesta a una diversidad de necesidades, de acuerdo con los tiempos y lugares donde nos encontramos.
•    Vida secular, realizando un servicio en el mundo como presencia del Reino, desde su misma vida familiar, laboral, social, y en ministerios parroquiales y sociales (Cfr. VC n. 32)

Presencia en la Diócesis de Tepic
Desde 1895 la VC tiene presencia en la diócesis, aportando con generosidad constante la riqueza de nuestros carismas y el don de sí misma dado por Dios a su Iglesia (Lumen Gentium, n. 43).
Actualmente somos más de 200 personas consagradas, en treinta y nueve comunidades religiosas, distribuidas en las cinco zonas pastorales.
La riqueza de nuestros carismas apostólicos se expresa en una diversidad de servicios y presencias, que surgen de la experiencia y contemplación específica de un rasgo o rasgos de la vida de Jesucristo.

De frente a los desafíos presentes
La VC “está en el corazón mismo de la Iglesia, como elemento decisivo para su misión”, contribuyendo a mantener viva en los bautizados la experiencia de la sobreabundancia del amor de Dios que se derrama sobre este mundo (Cfr. 24), y la conciencia de los valores fundamentales del Evangelio, dando testimonio de que sin este espíritu de las Bienaventuranzas no se puede transformar este mundo de acuerdo con el corazón de Dios (Cfr. 33).

Como lo ha señalado el Papa Benedicto XVI, la Iglesia “tiene necesidad de una vida consagrada que afronte con valentía y creatividad los desafíos del tiempo presente. Ante el avance del hedonismo, se os pide el testimonio valiente de la castidad como expresión de un corazón que conoce la belleza y el precio del amor de Dios”.

Equipo Coordinador de la Vida Consagrada

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