Al hablar de la salvación, podríamos pensar que la redención de Jesucristo nos alcanza solo a nosotros, pero en realidad no se agota en lo humano, sino que alcanza la creación entera, nos desborda y se extiende hacia todas las creaturas. Nuestra relación con el mundo es innegable, vivimos en él, nos alimentamos de él, le transformamos. Hemos convertido la naturaleza en cultura. Hemos avanzado enormemente en los descubrimientos científicos y tecnológicos, pero también les hemos arrastrado hacia la violencia y la destrucción con el uso inmoderado de recursos naturales y la contaminación. Así que también la creación entera gime con dolores de parto esperando la redención de los hijos de Dios.
El Papa Francisco nos recuerda que la creación es nuestra casa comúm. Nuestro deber es cuidarla empezando por el bienestar y dignidad de todo ser humano. El desarrollo sostenible de los pueblos exige que los recursos naturales y las personas sean tratados con respeto, no sólo como una mercancía que se usa y se tira, en una lógica de descarte.
Cuando se habla de medio ambiente, se indica particularmente una relación, la que existe entre naturaleza y sociedad que la habita. Esto nos impide netender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados. Por lo que creemos que es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio ambiental.
Las líneas de solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza. Aquí tenemos que demostrarnos y mostrar al mundo, nuestra auténtica redención de Cristo.