Cuando los hijos se van…

“Síndrome del nido vacío”

 

Es bien sabido que en la cultura mexicana la familia es un pilar en el que las personas se pueden recargar mutuamente para brindarse apoyo. Por lo general, la madre es una pieza importante en el sistema familiar. Mayormente, encargada de la crianza de los hijos, aunque en muchos casos también el hombre se encarga de ellos.

Cuando la mujer se desempeña solo en la crianza y el cuidado del hogar, se genera una costumbre en la que ella asume un rol de criadora permanente. Cuando los hijos crecen, y deben emprender por ellos mismos su camino, la madre comienza a tener un sentimiento de vacío, porque ya no podrá ejercer el rol que se había auto-asignado y de este modo llega a creer que ya no tiene utilidad. Si este sentimiento persiste y se intensifica, comienza a desarrollarse el “Síndrome del nido vacío”.

 

“Síndrome del nido vacío”

Es una etapa evolutiva que atraviesan las parejas cuando los hijos dejan el hogar para independizarse, irse a vivir solos o casarse y empiezan a realizar su propia vida. Esta situación por lo general es vivida por los padres con angustia. Se dan cuenta de que ya no son tan necesarios como antes, y esto genera sentimientos de inutilidad, de falta de sentido. Sobre todo en la madre, ya que por lo general su proyecto de vida giraba en torno a sus hijos, sus necesidades, sus problemas.

Los sentimientos de tristeza y de pérdida son normales, y deben entenderse como un proceso de duelo, por lo que es difícil aventurar cuánto pueden durar sus efectos. Lo que sí se puede hacer es buscar salidas y nuevas iniciativas a partir de este momento de cambios cruciales. En estas condiciones lo mejor es no quedarse apegado a los chicos y poder construir nuevos proyectos personales.

Desequilibrio emocional

Debido a este síndrome las personas pueden manifestar su desequilibrio emocional de formas distintas; veamos:

  • Sentimiento de abandono e inutilidad: muchas veces dedican su vida a criar a sus hijos y a brindarles todo su apoyo, dejando sus proyectos personales en pos de su familia. Es así que cuando el hijo se va de la casa, sienten que ya no tienen de quién ocuparse y qué hacer.
  • Ansiedad y depresión: en estos casos, las madres pueden caer en un pozo depresivo. Dejan de tener interés por las actividades cotidianas, por sus proyectos personales y llegan a abandonar su cuidado personal y el cuidado de la pareja.
  • Intromisión: otra de las actitudes que suelen adoptar las madres es la de intervenir continuamente en la vida de sus hijos. Pasan el día en la casa de ellos y trasladan su rutina anterior a la nueva vida de sus hijos.
  • Dificultades para concentrarse, fatiga y preocupación excesiva:tienden a pasar el tiempo preocupándose por cómo estarán sus hijos y pensando estrategias para poder estar con ellos.

Recomendaciones para sobrellevar el síndrome:

  • Tener una nueva perspectiva de la situación. Debes pensar en aquellos aspectos que aportan a tu bienestar. Muchas veces la relación con los hijos mejora cuando estos ya no están en casa.
  • Existe más tiempo para dedicarlo a proyectos nuevos.
  • Reforzar lazos con la pareja. Cuando tenemos hijos, muchas veces la pareja queda a un lado. Este es el momento de reforzar tu relación conyugal y de realizar aquellas actividades que habías postergado.
  • Hablar del tema. Poner en palabras tus sentimientos es el primer paso para mejorar. En ocasiones, compartir este sentimiento con nuestros seres queridos nos permite darnos cuenta de que podemos superar esta situación.
  • Tener actividades placenteras, ya sean nuevas o retomar las antiguas. A lo largo de la vida las personas siempre sienten el deseo de realizar determinadas actividades que les generan placer, pero las exigencias diarias, en ocasiones, hacen que estas se vean postergadas. Haz una lista de todas aquellas actividades que te gusten y ponte en marcha para comenzar a hacerlas.
  • Estimular la independencia. Es importante que tus hijos sepan que los apoyas en este nuevo proyecto. Evita invadir su nuevo hogar o su vida con visitas o llamadas continuas.
  • Enriquecer la relación con él, o los hijos. A medida que pasa el tiempo, la relación con tu hijo cambiará positivamente. La madurez de ambos fomentará otro tipo de comunicación más rica. Nunca dejarás tu rol de madre, tus hijos estará ahí para ti.

Por último, si sientes que este síndrome sobrepasa tu capacidad para resolverlo, acude con un especialista.

 

Centros de Integración Juvenil, AC

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Comentarios al autor: (cijtepic@hotmail.com)

 

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