Comunidad que Forma Sacerdotes
La experiencia de confrontación vocacional es una etapa del proceso formativo en nuestro Seminario Diocesano de Tepic. Esta tiene lugar después de terminar los estudios correspondientes a la etapa de Filosofía. El objetivo de la confrontación vocacional es: clarificar, madurar, confirmar y definir la vocación sacerdotal. De tal manera que, una vez que se haya concluido este año de formaciónl, la respuesta al llamado vocacional tendría que ser más firme y con mayor libertad y convicción.
Un año con la familia y el trabajo
La experiencia de confrontación tiene la misma duración que un curso lectivo del seminario (agosto-junio). El primer semestre, de agosto a diciembre, viene a ser un tiempo de gracia para estar en casa, trabajar y compartir con la familia, además de involucrarse en la vida pastoral de la comunidad parroquial perteneciente. Y en el segundo semestre, de enero a junio, el seminario nos envía por equipos a comunidades particulares para entrar en el modo de vivir de las personas, en el ritmo de trabajo y en la experiencia de vivir la fe.
Actualmente, siete seminaristas vivimos nuestra experiencia de confrontación vocacional: tres en la comunidad parroquial de Acaponeta, Nayarit (Jaime de Jesús Campos, Luis Eduardo Elías y Miguel Alberto Covarrubias) y los otros cuatro en una de las comunidades pertenecientes a la parroquia de Xalisco, Nayarit, llamada El Malinal (Emanuel Rosales, Óscar Gerardo Flores, José Luis Castellón y su servidor, Pedro Almaraz).
El Malinal: una comunidad con sabor
El Malinal se encuentra a 22 kilómetros de la cabecera municipal de Xalisco, Nayarit. Para llegar es necesario entrar en la belleza natural de la Sierra de San Juan, la carretera es terracería y solo algunos tramos están empedrados. Entre árboles y cafetales, antes de llegar al poblado, ya se alcanza a entrever: El Malinal se distingue y se conoce por ser una zona cien por ciento cafetalera. El clima es agradable siempre, fresco por las mañanas, cálido durante el día y por las tardes hace un viento que acompaña a los árboles, sus ramas y sus hojas; un viento único que refresca los hogares.
Desde casi cualquier rincón, a lo lejos, se puede descubrir el mar, todo un espectáculo por las tardes al ponerse el sol; disfrutar de una taza de café y estar viendo el enorme sol rojizo naranja que poco a poco pierde fuerza y se deja vencer por el mar, es sin duda una riqueza más de este bello lugar.
En El Malinal se vive bien, sus colores, aromas y sabores que son únicos y bellos, pero lo mejor de todo es su gente, que desde el primer día en que llegamos (6 de enero) nos hizo parte suya. Nos ha dado la oportunidad de trabajo en sus cafetales, no ha abierto las puertas de sus casas para compartir con nosotros los alimentos, nos ha manifestado su amor y respeto a la figura sacerdotal y, desde luego, el amor al seminario y sus seminaristas. Sin duda, El Malinal, como parte muy importante en esta segunda parte de nuestra experiencia de confrontación vocacional, ha despertado en nosotros la inquietud y el interés de valorarla como importante y positiva en nuestro proceso formativo.
Compartiendo el trabajo y la fe
Hemos compartido y crecido en la vivencia de la fe: la catequesis, la labor con los adultos, los enfermos, los jóvenes, las fiestas patronales en honor a San José, la Semana Santa, la convivencia diaria en el trabajo y en la comunidad han sido elementos que en su conjunto nos han ayudado, poco a poco, a ir haciendo posible el objetivo de esta experiencia.
Estoy convencido de que estar en la primera parte de la confrontación en nuestra casa y con nuestras familias, y que tanto Acaponeta como El Malinal nos han ayudado a mis seis compañeros y a un servidor a clarificar, madurar, confirmar y definir nuestra respuesta vocacional al llamado que el amigo Jesús nos ha hecho para seguirlo.
Me invito, y los invito a todos, a orar por nuestro seminario, a orar por sus seminaristas, para que el Señor nos siga fortaleciendo en el amor, la fidelidad y la entrega al llamado. Gracias, Acaponeta y El Malinal, por ser parte importante de nuestra formación vocacional. Dios los bendiga.
Pedro Almaraz