El beato Fray Junípero Serra, conocido como el Apóstol de Sierra Gorda y la Alta California, evangelizador y misionero con una fortaleza digna de imitar, pues no por nada es beato en vías de ser canonizado este 23 de septiembre en Estados Unidos.
Veamos cinco puntos de su vida que pueden inspirar nuestra catequesis:
- 1. Amar y conocer su fe
Si bien es cierto que nació en el seno de una familia fervorosamente creyente, eso no quita el mérito de que en su libertad siguió el buen ejemplo de sus padres, quienes siendo analfabetas, enviaron a estudiar a su hijo y quien se convirtió en un gran predicador y maestro de renombre. Es cierto que muchos nacimos en el seno de una familia católica, pero nos toca vivir y crecer en nuestra fe.
- 2. Aprovechar al máximo los talentos para salvar almas
A pesar de que quienes le precedieron no tuvieron éxito en las misiones, el Padre Serra no se desanimó. Su vida fue muy diferente: siempre infatigable y emprendedor, aprendió la lengua nativa. Enseñó a cultivar la tierra. Montó granjas y talleres. Inició a los indios en los más elementales rudimentos de las ciencias y las artes. Les adiestró igualmente en el comercio. Los instruyó particularmente en los principios doctrinales de la fe católica. Los demás misioneros imitaron las iniciativas y logros de Serra.
No cabe duda de que cuando se ama y se quiere servir al Señor, se pone todo sobre la mesa. A eso agreguemos que de las costas de Veracruz hacia la Ciudad de México, en su vieje a pie una picadura de insecto le dejó una úlcera que lo acompañaría el resto de sus días.
- 3. Atreverse a dejar todo para poder expandir el Reino
Para Fray Junípero no bastaba ser un gran orador, con ser un maestro reconocido con grandes alumnos. Hacía falta algo más. Como franciscano buscaba misionar en las nuevas tierras de América. La encrucijada no era dejar la cátedra, sino más bien a sus padres. Parte de España a América. Se despidió de ellos para nunca volverlos a ver, no les dijo a dónde iba para no causarles penurias. Por ello, dejó con Fray Francisco Serra una carta para ellos. Donde decía: “Decirles que yo no dejo de sentir el no poder estar más cerca de ellos, como estaba antes, para consolarles, pero pensando también que lo primero es lo primero, y que antes que ninguna otra, lo primero es hacer la voluntad de Dios cumpliéndola; por amor de Dios los he dejado, y si yo por amor de Dios y con su gracia, tengo fuerza de voluntad para dejarlos, del caso será que también ellos, por amor de Dios, estén contentos al quedar privados de mi compañía”.
- 4. Tener un espíritu animoso y valiente
Su celo por las almas y su dinamismo por levantar más obras, lo espoleaban continuamente para trasladarse de cerro en cerro, entre valles y montañas, y así poder congregar al indio disperso y desprovisto de todo, dándole cobijo y sustento junto a la acogedora misión. Miles y miles de kilómetros pisó en su fecunda vida. Cojeando y valiéndose de un bastón, cruzó repetidas veces los floridos campos californianos para visitar las misiones y estar con sus hermanos los misioneros. A todos escucha y atiende. Se hace cargo de cada situación concreta. Busca y presenta acertadas soluciones. Da nuevas orientaciones y consejos acertados. Predica, bautiza, confirma, confiesa y aún le queda tiempo, para él el más precioso, en el que se ocupa de los problemas y necesidades de sus queridos indios.
- Ser fiel hasta el fin
Aquel hombre de temperamento fuerte y de carácter firme, pero afable, de dotes singulares y de ambiciosas iniciativas, nunca cedió ni jamás retrocedió. Pero al fin cayó rendido en el encuentro con la hermana muerte.
Busquemos imitar siempre su ejemplo en nuestra catequesis.
Victor Seefoó