Católicos de México y Estados Unidos

Una oportunidad única de cooperación

 

Una vez resuelta la sucesión presidencial en México, y con una nueva mayoría menos hostil hacia el tema de la migración en ambas cámaras de representantes de Estados Unidos, ha surgido una nueva oportunidad para que este país renueve las relaciones con México, en particular y con América Latina, en general.

Sin ecos que escuchar
No habría que insistir mucho en que los católicos de ambos lados de la frontera están especialmente bien dispuestos para contribuir a una nueva era de las relaciones entre países. Pero, por el momento, no hemos escuchado prácticamente nada que nos indique que hayamos pensado seriamente en cómo podemos contribuir a las negociaciones en esta área.

Realidad desafiante
No resulta exagerado decir que en América puede encontrarse el futuro de la cristiandad, pues este continente sigue siendo un hemisferio cristiano donde, a pesar de los grandes desafíos, persiste una fuerte devoción popular. Cada uno de los países de este continente posee sólidas raíces católicas, mismas que son compartidas por igual por América Latina y Estados Unidos. En primer lugar, consideremos la situación en la que nos encontramos: los católicos formamos el mayor grupo del congreso estadounidense en términos de fe, con 29 por ciento de los miembros de la Cámara de Diputados y el Senado. Uno de cada cuatro estadounidenses se dice católico, y cada domingo las iglesias se llenan con una población de fieles hispanos en rápida expansión.

Historias compartidas
Actualmente, México está siendo dirigido por un mandatario de fe católica, el Presidente Felipe Calderón, quien vive su fe y dirige una nación de 90 millones de fieles católicos. Ellos y nosotros compartimos mucho más de lo que en ocasiones pensamos. En ambos países, los católicos tuvieron que luchar para obtener un lugar justo en la sociedad durante el siglo XX. Las cruces en llamas recibieron a Al Smith cuando su tren entró en la ciudad de Oklahoma durante la campaña presidencial de 1928, y no fue sino hasta 1960 cuando Estados Unidos tuvo su primer presidente católico. En México, un gobierno anticlerical martirizó a sacerdotes y fieles laicos durante la década de los años veinte y hasta la década siguiente. Mas no fue sino hasta los años noventa cuando se derogaron las leyes que prohibían a los sacerdotes portar las ropas clericales en la calle.

Un puente hacia el futuro
Nuestra historia continental es también común, y así será nuestro futuro. David Rieff señaló en el New York Times Magazine de diciembre de 2006, hasta qué punto se entrelazan nuestros destinos: «A nivel nacional, los hispanos forman el 39 por ciento de la población católica… Desde 1960, han sido el 71 por ciento de todos los nuevos católicos en Estados Unidos». En una época en que se debilita la asistencia a la Iglesia en Europa y en algunas ciudades estadounidenses, en los lugares que los hispanos consideran su hogar, esta asistencia está en pleno auge. La cooperación entre los católicos del vecino país del norte y México será crucial para el futuro de las relaciones entre ambos países, y por extensión para todo el Continente Americano. Desde los salones del gobierno hasta las bancas de las parroquias, la disposición y la habilidad de los católicos para tender puentes entre sus semejantes de Estados Unidos y México decidirán nuestro futuro.

«Lo que no mata, te hace más fuerte»
La cuestión es, ¿qué pueden hacer los católicos (laicos y sacerdotes) para que se llegue a cumplir esto? En palabras sencillas, esto se basa en la realidad de que nuestra unidad en la vida sacramental de la Iglesia trasciende todas las fronteras nacionales y nos une de una forma que debe tener consecuencias al mismo tiempo profundas y prácticas.

Quizá el mayor obstáculo que debamos superar es la idea que tienen muchas personas en Estados Unidos, respecto a que la migración es un fenómeno que debe temerse. Los católicos, mejor que nadie, deben recordar que lo mismo se dijo de los migrantes irlandeses e italianos del siglo XIX y principios del XX. Pocos son los que hoy negarían las contribuciones de estos migrantes, quienes no sólo se asimilaron, sino que aportaron su dinamismo a la vida de la Iglesia Católica y ayudaron a convertirla en la mayor denominación de Estados Unidos.

Impulsando soluciones
Por lo general, aquellos que temen la migración, es porque temen que ésta traiga consigo la criminalidad. Los católicos deben darse cuenta y hacerlo saber a la comunidad, que una familia pobre que busca mejores condiciones de vida no representa ninguna amenaza. Es más, la falta de un proceso racional de migración, junto con un sistema que criminaliza al migrante por razones económicas, tanto como al narcotraficante, no ayuda para nada. El Presidente Calderón no ha perdido tiempo para emprender la lucha en contra de los carteles de la droga en México. Cualquiera que sea la política de migración que impere en Estados Unidos, debe complementar el trabajo que ha emprendido México en su lucha contra la motivación que impulsa a la mayoría hispana a dejar su país, cruzar la frontera y venir a éste.

Es y será nuestra misión
Sin embargo, para nosotros, los católicos, la migración trae un beneficio único. Toca a los católicos que se encuentran ya en Estados Unidos proporcionar un ambiente espiritual enriquecedor que satisfaga las necesidades de los recién llegados. Así como estos migrantes aportan nueva vida a nuestras comunidades parroquiales, es nuestra responsabilidad ayudarlos a asimilarse a nuestras parroquias y comunidades, como lo hicieron nuestros abuelos, y ayudarlos a vivir su fe con el apoyo de todos. Ésta no sería la primera vez que los católicos de Estados Unidos toman el liderazgo cuando se trata de ayudar a sus vecinos del sur. No hace tanto tiempo que estos católicos se unieron en apoyo de sus hermanos mexicanos perseguidos, y que ayudaron a poner fin a esa terrible persecución.

Un ejemplo de liderazgo
Un modelo del tipo de cooperación que puede darse entre los católicos de Estados Unidos y México es el de los Caballeros de Colón, que ejemplifican la cooperación entre los católicos de ambos lados de la frontera que ha perdurado durante más de un siglo. Esta cooperación ha tomado varias formas. En la década de los años veinte, consistió en llevar la historia de las persecuciones de México a la gente de Estados Unidos. En tiempos más recientes, el apoyo a los seminaristas estadounidenses para que estudien en México y conozcan su cultura, y el apoyo a los seminaristas mexicanos para que atiendan las necesidades de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, así como el apoyo a la Catholic Legal Inmigration Network (Red Católica de Inmigración Legal). Actualmente, los consejos locales de los Caballeros de Colón que se encuentran cerca de ambos lados de la frontera, cooperan activamente en proyectos sociales, espirituales y caritativos. Esta cooperación es cada vez más prioritaria para esta organización, como debería serlo para otras denominaciones católicas estadounidenses.

Repercusiones que dan vida
Los católicos de ambos lados de la frontera deben tomar la iniciativa para promover una solución, con tintes católicos, a la problemática de la pobreza y para promover las oportunidades económicas y educativas para los más pobres de la región, en especial para los de mexicanos.

El Papa Benedicto señala, en su encíclica Deus caritas est –Dios es amor–, que «la Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario». Y más adelante, agrega: «…en la comunidad de los creyentes no debe haber una forma de pobreza en la que se niegue a alguien los bienes necesarios para una vida decorosa». Estas palabras deben tener un significado especial, ya que lo que suceda en América tendrá un profundo impacto sobre la Iglesia y el mundo, y lo que suceda entre Estados Unidos y México definirá el futuro de nuestra propia Iglesia, del continente y el de nuestro hemisferio.

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En el mundo
Se estima que en 2005 se superaron los 1,100 millones de católicos en el mundo
• El Continente Americano es el que cuenta con la mayor proporción de católicos bautizados: 49.8% (541 millones).
• Europa tiene un 25.8% (282 millones).
• En África, 13.2% de la población es católica bautizada (143 millones).
• Asia cuenta con 10.4% (113 millones).
• Oceanía con un 0.8% (9 millones).

Fuente: Vaticano (Censo 2003)

 

Carl A. Anderson

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