Queridos Catequistas. Con profundo cariño y respeto, el Equipo del Centro de Espiritualidad Catequístico; les saludamos, deseándoles lo mejor. En este artículo, les invitamos a seguir aprovechando a lo máximo este tiempo cuaresmal. Nuestro ministerio catequístico nos exige, ir por delante de nuestros hermanos, en la vivencia de este tiempo santo.
Cuaresma: tiempo de reflexión, recogimiento…
La Cuaresma del latín “quadragésima” es el “cuadragésimo día antes de la Pascua”. Son 40 días de preparación para la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados, y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
La Cuaresma tiene cinco domingos más el Domingo de Ramos, en cuyas lecturas los temas de la conversión, el pecado, la penitencia y el perdón, son dominantes. No es un tiempo triste, sino más bien de reflexión, recogimiento y sobriedad.
Queridos catequistas, no podemos considerar esta Cuaresma como una repetición cíclica del tiempo litúrgico. Este momento es único; es una ayuda divina que hay que acoger. Jesús pasa a nuestro lado y espera de nosotros —hoy, ahora— un gran cambio.
“Misericordia quiero y no sacrificio”
El Papa Francisco en su mensajeCuaresmal 2016; que lleva como título «’Misericordia quiero y no sacrificio’ (Mt 9,13); invita a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17). Nos invita a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor».
“La Iglesia, se une todos los años durante los cuarenta días, al Misterio de Jesús en el desierto” (CATIC, 540) y Propone a sus fieles, el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto.
Por tanto, la Iglesia se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón, con una práctica perfecta de la vida cristiana y una actitud penitencial, cuya medida es dejada a la libertad y a la generosidad de cada uno.
Dar testimonio de renovación personal
Además, este tiempo es también apropiado para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas, como nos lo señala el papa Francisco) (CATIC 1438).
Queridos Catequistas, ante un mundo que exige de los cristianos un testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor, aceptemos la invitación, siempre actual, de aspirar a un «alto grado de la vida cristiana» (Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte [6 de enero de 2001], n. 31); preparémonos para una auténtica y profunda conversión personal, que se manifesté en nuestra vida cotidiana y en la vivencia de las obras de misericordia.
María Adela Suárez de Luna