Asistencia a estudiantes

 

La señora María Antonieta Sandoval, comparte para los lectores de La Senda su historia de vida, en la que ha dedicado muchos años a dar hospedaje a jóvenes estudiantes: “Cuando quedé viuda hace mucho tiempo, me fui a Estados Unidos durante siete años, porque allá vivían mi madre y quince hermanos. Después me hablaron mis hijos, y me dijeron que por qué no me regresaba para dar hospedaje a unas muchachas que lo solicitaban. Desde entonces adapté mi casa y aquí viven conmigo mujeres estudiantes”.

 

“Soy feliz, muy feliz”

“Años atrás no había tanta casa de asistencia como ahora. Yo hospedo entre ocho y doce jóvenes. Mi experiencia es la más hermosa, porque a pesar de que ya tengo 77 años, ellas me tienen activa, no descanso, siempre ando corriendo al mandado, viendo que no falte nada, porque yo les doy desayuno, comida y cena. Soy feliz, muy feliz”.

 

Las muchachas le dicen “abuelita”

Le dicen de cariño señora Toñita, quien platica sobre su relación con las jóvenes que hospeda: “He pasado tiempo con ellas y soy muy dichosa, me he encariñado muchísimo con ellas, y estoy más contenta porque algunas me empezaron a decir ‘abuelita’. Ellas se van encariñando conmigo, algunas que ya terminaron sus estudios me hablan y me dicen: ‘Cómo añoro y extraño tu casa, extraño tu comida’.

Cuando algo no me parece, las regaño, y con los papás de las jóvenes tengo contacto cuando traen a sus hijas por primera vez. Les hablo a ellos sobre cómo deben portarse aquí las muchachas, yo no doy permisos, ellas deben pedirle permiso a sus papás. Es mucha responsabilidad, por eso yo les digo a sus papás que ellos deben dar los permisos”.

 

Carácter que ayuda a hacer bien el trabajo

“Un aprendizaje que me ha dejado este trabajo es el ser más amable, porque de eso vivo. No soy una mujer amargada, y siempre trato de andar con una sonrisa, de ser cariñosa, amable. Mi carácter me ayuda para ganarme el trato con ellas, por eso a veces me piden consejos cuando tienen algún problema, me hablan cuando salen y están al pendiente”.

Agregó la señora Toñita que sus muchachitas dependen de ella, por eso debe estar bien de salud y siempre busca propiciar un ambiente de cordialidad en su casa: “Si las veo serias en la mesa, las presento a todas, porque no quiero que estén divididas, les digo sus nombres, no me gusta verlas tristes. Les sirvo la comida y en ocasiones me siento a comer con ellas”. E invita a las jóvenes al templo y trata de acercarlas a Dios: “Les digo a sus papás que las invito a Misa, y algunas sí van”.

 

Nunca es tarde para aprender

La señora Toñita es una mujer muy activa, que muestra su gusto por continuar aprendiendo: “Los sábados me siento triste porque es el día en que se van las muchachas; ese día lo dedico a descansar. Tengo toda mi semana ocupada, estudio órgano, los martes me voy a un club de la tercera edad, martes y jueves a clases de guitarra. Todos los días soy dichosa porque nomás oigo las campanas mi corazón se alegra, porque voy a Misa. También estoy en la Pastoral de la Salud de la parroquia, en el estudio de la Biblia, siempre ando corriendo entre el templo y mis compromisos sociales. Me gusta la fiesta y para todo me doy tiempo, esa es mi vida, muy hermosa”.

Para finalizar la entrevista la señora Toñita dijo a las personas de la tercera edad: “No se desanimen, las personas dicen ‘Ya tengo 70, ya tengo 75’, pero hagan lo que yo, y si por desgracia han quedado viudas, no se dejen caer”.

 

 

Irma Patricia Valdez Parra

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Comentarios a la autora:

(valdez@lasenda.info)

 

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