“Así lo creo, así lo prometo, así lo juro”

EDITORIAL

La Diócesis de Tepic está de manteles largos: el pasado 11 de abril, en el Parque de la Loma, en emotiva celebración Eucarística, presidida por el Arzobispo de Guadalajara, Cardenal Juan Sandoval Íñiguez y concelebrada por 35 obispos procedentes de todos los rincones del país, entre los que se contaba Mons. Alfonso Humberto Robles Cota, el que hasta ahora fue el Obispo titular de esta Diócesis; además de Mons. Christophe Pierre, Nuncio Apostólico en México; Mons. Ricardo Watty Urquidi, Misionero del Espíritu Santo, tomó posesión como séptimo Obispo de Tepic. Y con él, se abre un capítulo nuevo en la historia diocesana.

“Después de vivir 40 años como presbítero, como sacerdote en la Iglesia, y 28 de obispo en la Iglesia y para ella, deseo hacer mi profesión de fe, renovarla frente a esta comunidad presente”. De esta manera, en el juramento de fidelidad, Mons. Watty Urquidi se declaraba dispuesto a asumir el nuevo encargo que el Sumo Pontífice Benedicto XVI le había asignado.

Con la llegada de Mons. Ricardo, la Diócesis ha iniciado un nuevo caminar, ha dejado atrás una etapa llena de logros e iniciado otra en la que los retos y desafíos se antojan difíciles; sin embargo, en la certeza de esta labor también cabe la alegría por la esperanza de un nuevo pastor: Mons. Watty Urquidi está consciente de que viene, no a comenzar desde cero, no a inventar nuevas estructuras o a cuestionar los métodos evangelizadores, pues el camino andado en la Diócesis, así lo reconoció él mismo en la Misa de toma de posesión, “ha sido largo y fecundo…”. La continuación de los proyectos iniciados, el seguimiento a los planes y programas eclesiales ya puestos en marcha, la vigilancia en problemas coyunturales y la acción en cuesitones que ameriten poner mano, son los primeros acentos en la agenda del nuevo obispo.

Desde el primer instante, en cuanto hizo uso de la palabra, se dijo emisario del Papa Benedicto XVI, cuya primera encomienda es configurarse con Cristo Buen Pastor y abrió los brazos para recibir a su nueva diócesis, para alentar a sus nuevos “hijos” a acercarse a su nuevo obispo, a procurar su consejo de padre y sacerdote: “Llego a servir como Obispo de esta Diócesis de Tepic deseando seguir sembrando el Evangelio y hacer que Cristo esté en el corazón de cada persona, en el corazón de sus familias, y en los diversos ámbitos de la sociedad”. Con palabras sencillas preparó el terreno para, hasta donde sus fuerzas se lo permitan, siempre con la protección del Espíritu Santo, sembrar y hacer germinar la buena nueva en el corazón de los fieles.

Confiado en trabajar en una misma fe, Mons. Watty Urquidi lanzó al agua la red: “He recordado un texto para iluminar lo que hemos de hacer: ‘Tanto amó Dios al mundo que le envió a su único Hijo para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida’. Bajo este misterio de la Encarnación, del envío del Hijo por el Padre… me daré a la tarea inicial del Obispo, del Buen Pastor, que es encontrarme con ustedes, conocer la realidad, hacerme uno entre ustedes. Quiero visitar, quiero escuchar, quiero encontrarme con ustedes”. Estas líneas generales de lo que ha de ser su obispado, en corcondancia con el mensaje de los obispos latinoamericanos reunidos el año pasado en la ciudad brasileña de Aparecida, en cuanto a que la comunidad de fieles se caracterice por su discipulado y labor misionera, se enmarcan perfecto en las conclusiones del Sínodo Diocesano celebrado en Tepic en 2005: “Caminemos juntos en el nombre del Señor”. Mons. Ricardo se dijo dispuesto a “trabajar con todos” bajo la luz e impulso del Espíritu Santo que en Aparecida se entregó como nuevo Pentecostés para América Latina y El Caribe, a fin de que nuestros pueblos en Jesucristo tengan vida, y una vida abundante.

2008_05_31

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